Es preciso soñar: un contrapunto con John M. Ackerman En su más reciente artículo publicado en La Jornada titulado "Se vale soñar"
07 Apr 2015
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Es preciso soñar: un contrapunto con John M. Ackerman
Jimena Vergara
En su más reciente artículo publicado en La Jornada titulado "Se vale soñar", el abogado y luchador social John Ackerman llama a los padres de los 43 y al movimiento por Ayotzinapa a replantear su política frente a las elecciones. A continuación polemizamos con sus planteamientos.
Es preciso soñar, pero con la condición de creer en nuestros sueños. De examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía.
Vladimir Ilich “Lenin"
No llamar al repudio electoral en pos de la unidad
A partir de reconocer la fuerza que adquirió el movimiento por la aparición de los 43 normalistas encabezado por los padres de familia, critica el hecho de que los mismos estén planteando el boicot a las elecciones en Guerrero y el repudio por diversas vías a nivel nacional al conjunto de la campaña electoral.
Según su lectura, este posicionamiento es lo que habría debilitado al movimiento ya que “genera una incómoda cuña entre amigos y colegas que confían en algunos de los candidatos de Movimiento Regeneración Nacional (Morena) y los que piensan que este nuevo partido está igual de podrido que los demás. En aras de mantener unidas las diversas corrientes que apoyan la histórica lucha de Ayotzinapa, sería recomendable que los admirables líderes guerrerenses reconsideraran su posición”.
De acuerdo con su postura, los padres y el movimiento habrían de tomar en cuenta las promesas hechas por los candidatos de Morena en Guerrero de integrar a las organizaciones políticas y sociales a un gobierno de coalición, donde importantes cargos del poder público serían elegidos por los propios padres y el magisterio en lucha.
También plantea que la negativa de los padres a hacerse eco de dicho llamado, sería utilizada por los diarios oficialistas como Milenio y Televisa para debilitar a Morena.
Según el autor, “hoy Morena marca una diferencia histórica al ponerse directamente a las órdenes de los movimientos sociales de una manera en que el Partido de la Revolución Democrática (PRD) jamás se ha atrevido a hacer desde su fundación”. Pero el Morena no se está poniendo a las órdenes de los movimientos sociales, más bien está ofreciéndoles puestos en el régimen que hizo desaparecer a los 43 normalistas. Esto no demerita el hecho de que efectivamente, la base combativa y honesta del Morena puso el cuerpo como parte del movimiento y de manera individual.
Ackerman tiene el mérito de plantear la cuestión desde una arista distinta a las declaraciones que están haciendo los principales dirigentes de Morena y sus intelectuales afines que, bajo el viejo argumento del “voto útil” están planteando que la “izquierda radical y la derecha se tocan”, demonizando el llamado al repudio electoral enarbolado por la izquierda independiente.
Según su lectura, las bases del Morena y los protagonistas del imponente movimiento por Ayotzinapa son los mismos y, una delimitación hacia el proceso electoral fracturaría el movimiento haciendo entrar en contradicción su “militancia política y su militancia social”.
Es necesario profundizar el cuestionamiento al régimen de conjunto
Desde nuestro punto de vista, John Ackerman está desestimando el profundo cuestionamiento desplegado por el movimiento que, en su cenit, acusó ante millones que, detrás de la desaparición de los 43, está el Estado y el conjunto de sus instituciones.
Dicho cuestionamiento necesariamente tocó al Morena, porque dentro de sus filas y en su propia dirección se encuentran personajes otrora rutilantes miembros del propio régimen del PRI-PAN-PRD; este cuestionamiento lejos de ser frenado en pos de una alianza “temporal, estratégica y absolutamente horizontal (…)”, como postula Ackerman, debe de ser profundizado.
Se trata de que el movimiento tome una posición independiente frente al proceso electoral, que dialogue con las bases del Morena que honestamente ven en Andrés Manuel López Obrador (AMLO) una alternativa de oposición, pero siendo firmes en una política alternativa que cuestione las bases de este irreformable régimen político, sustentado en la militarización y la subordinación en todos los órdenes al imperialismo.
En pos de la unidad, Ackerman solicita a los padres un replanteamiento de su posicionamiento político. Pero ¿por qué deberían alinearse con los postulados de AMLO? ¿Por qué un movimiento que tendió a cuestionar al régimen político y rebasó por izquierda a los líderes del Morena tiene que subordinarse políticamente a esta dirección que no ha cuestionado radicalmente las instituciones existentes, más allá de las diferencias y choques que tiene con el PRI y el PAN?
Lo planteado más bien es abrogar porque los millones de trabajadores, campesinos, amas de casa, estudiantes, jóvenes precarizados que confían en Morena, comiencen a romper con sus ilusiones en reformar este régimen por “arriba” y a apostarle a la construcción de una herramienta propia que, además de integrarlos como fuerza militante en el terreno político y social (que desde nuestro punto de vista son concomitantes), construya un programa que efectivamente cuestione las bases del capitalismo semicolonial mexicano.
Pero esta perspectiva no puede ser posible recreando los errores del pasado. Desde hace décadas en México y en América Latina, la izquierda independiente o “radical” como le llama AMLO, ha sido exhortada a confiar en una u otra variante “antineoliberal”.
Sin embargo, los gobiernos postneoliberales en América Latina preservaron las condiciones de explotación, despojo y subordinación al imperialismo de sus enemigos neoliberales. En México, esta lógica política llevó al conjunto de la izquierda a votar por el PRD –del que AMLO fue dirigente durante años– que, en las décadas previas, actuó como “partido de la contención” para desviar y contener el movimiento social y, por esa vía, sostener al régimen surgido de la llamada “transición democrática”.
Una política independiente en todos los terrenos
En suma, la historia de México está signada por la subordinación de los trabajadores y el movimiento popular a una u otra variante que, puede cuestionar la falta de democracia, la impunidad de la llamada “clase política” y su carácter corrupto, pero no las bases que le dan sustento.
En realidad uno de los límites del movimiento por Ayotzinapa de conjunto es que ha cuestionado correctamente los aspectos bárbaros de esta mal llamada democracia, como la represión, la impunidad, la asociación con el crimen organizado, pero aún no cuestiona el contenido social del régimen.
La intelectualidad que ha estado con los padres y el movimiento tiene la responsabilidad de coadyuvar a que se profundice el antagonismo con el régimen político y con el “proyecto de nación” que tanto ha defendido el gobierno de Enrique Peña Nieto, basado en la inversión extranjera, la subordinación económica, el fortalecimiento del narco y todos sus fenómenos colaterales de descomposición social, la dependencia alimentaria y el despojo.
Así que, efectivamente, se vale soñar. Se vale soñar en que en México el movimiento social, la izquierda, las organizaciones obreras, campesinas y los pueblos originarios, abracen una perspectiva independiente –que hoy se expresa concretamente por una postura independiente y de denuncia de la trampa electoral–, basada en la certeza de que este régimen está podrido, es irreformable y solo la alianza de los desposeídos y la construcción de una organización socialista puede prepararse para herirlo de muerte y erigir un poder de nuevo tipo, basado en la democracia horizontal de todos los agraviados por este sistema de explotación y miseria. Y esta perspectiva, además de prepararse para el futuro, debe sentar un precedente en cada lucha, reivindicativa o política, en cada escenario de la lucha de clases, sea en lo electoral, en las calles o en las huelgas.
* Jimena Vergara es académica de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM.
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