Guerrero es un polvorín con una larga mecha explosiva

16 Oct 2014   |   comentários

A 20 días de la masacre de normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de ellos, la indignación popular en el país crece, así como el desprestigio del Presidente Enrique Peña Nieto que hasta hace unos meses era elogiado por la revista Times y los organismos financieros internacionales por lograr el “milagro mexicano” (la privatización de (...)

Por Mario Caballero 16/10/2014

A 20 días de la masacre de normalistas de Ayotzinapa y la desaparición de 43 de ellos, la indignación popular en el país crece, así como el desprestigio del Presidente Enrique Peña Nieto que hasta hace unos meses era elogiado por la revista Times y los organismos financieros internacionales por lograr el “milagro mexicano” (la privatización de Pemex).

Lejos de contener el descontento ante estos asesinatos de jóvenes estudiantes, crece el rechazo a las declaraciones demagógicas e impotentes del presidente y sus principales funcionarios, además de la percepción generalizada de que Peña Nieto protege al represivo gobernador Aguirre Rivero.

El discurso oficial suena igual al del “viejo” PRI, el de los años 70. Años de autoritarismo y saña contra la juventud: Tlatelolco del 68, el halconazo del 71 y la guerra sucia de los 70s-80s.

Acciones por la aparición de los jóvenes normalistas

La memoria histórica y la vuelta del “nuevo” PRI provocan movilizaciones a lo largo y ancho del país como hace años no se veían en México. Es fundamentalmente la juventud estudiantil la que se expresa en la Ciudad de México y en varios estados, realizando paros activos en 35 escuelas, con animadas asambleas y bloqueo de avenidas, o la concentración y marcha de hoy en Ciudad Universitaria de varios miles de estudiantes en la recepción en el campus a los compañeros de Ayotzinapa.

Mientras, el magisterio de Guerrero –después de incendiar hace dos días el edificio del Congreso del estado– bloquea carreteras, toma sucursales bancarias, edificios públicos y de gobierno, restaurantes de la cadena estadunidense McDonald’s, y prepara para el próximo viernes un paro estatal de labores en demanda de la salida del gobernador Ángel Aguirre Rivero y la detención y castigo para el alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, quien se encuentra prófugo. A estas protestas se sumaron trabajadores jubilados y pensionados del magisterio, quienes demandan el pago de deudas atrasadas por concepto de pensiones y el Sistema de Ahorro para el Retiro.

Por otra parte, integrantes de la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México tomaron tres radiodifusoras en solidaridad con los normalistas de Ayotzinapa, mientras en Michoacán 2.000 normalistas viajan a Guerrero a solidarizarse con su compañeros estudiantes y, lejos de bajarlos de los camiones tomados a las empresas del transporte, serán escoltados hasta el incendiado estado del sur.

Es una dinámica que puede alentar el surgimiento de protestas de distintos sectores, como los campesinos de los municipios de Nacajuca, Cárdenas y Comalcalco que cerraron las instalaciones de la Secretaría de Gobierno en demanda del cumplimiento de cuatro minutas de acuerdo que benefician a más de tres mil familias afectadas por la actividad de Petróleos Mexicanos (Pemex) en sus comunidades. Encima, el conservador PAN demanda la desaparición de poderes en la entidad para aprovechar este debilitamiento coyuntural del gobierno.

Es un cóctel muy explosivo que hasta los medios se cuidan de no agitar con la tradicional satanización a estas acciones. La situación ha dado un giro, y hoy el gobierno está a la defensiva, sin dar respuesta a la desaparición de los normalistas y sin poder justificar la fuga del alcalde asesino de Iguala, y donde cada fosa clandestina descubierta amenaza con profundizar la crisis de este gobierno y catapultar las movilizaciones contra el presidente. De pronto, es un gobierno “tolerante”, “abierto a las expresiones divergentes” y “respetuoso de los derechos democráticos”.

Es la lucha de clases que el régimen de partidos (PRI, PAN, PRD) venía conteniendo y que hoy se expresa por esta vía, y que cuestiona indirectamente el Pacto por México y sus consecuencias. Es que el polvorín de Guerrero tiene una mecha muy larga que puede repercutir en el Zócalo de la ciudad de México. Queda demostrado que la mexicana es una democracia no tan perfecta.

La crisis de credibilidad alienta la movilización

El escándalo por la salvaje represión a los normalistas crece cada día y se internacionaliza. La deteriorada imagen del Peña Nieto enfrenta la preocupación de los capitalistas extranjeros por el desprestigio de su socio de la semicolonia mexicana.

En varias embajadas, estudiantes de otros países realizan actos de repudio a la masacre de Iguala y demandan la presentación con vida de los normalistas desaparecidos.

Al calor de la impotencia del gobierno para cerrar la crisis en lo inmediato, se desarrolla una tendencia al frente único estudiantil y de la juventud –como lo muestran los paros de escuelas en solidaridad con Ayotzinapa–, y tiende a crecer el movimiento democrático que incorpora a distintos sectores. Al tiempo que el movimiento del Instituto Politécnico Nacional continúa presionando con sus demandas y actuando –indirectamente– como sostén del descontento nacional.

La indignación…a las calles

La gente en la calle muestra su indignación por la brutalidad policial y la complicidad de los funcionarios con el narcotráfico. La ingobernabilidad y la impunidad hacen ver como responsable al nuevo gobierno. Y aunque la población como tal todavía no sale a la lucha, acompaña moralmente el descontento y las demandas de los que hoy se movilizan.

Probablemente la marcha nacional convocada para el 22/10 para exigir la presentación con vida de los 43 normalistas desaparecidos muestre un salto en la inconformidad con el gobierno y se plante objetivos y acciones mayores en esta coyuntura que se complica cada día más para el gobierno.

Para desactivar la movilización, Peña Nieto tendría que resolver a cabalidad las demandas del otro actor central en la movilización: el movimiento politécnico que, de confiar en una pronta negociación con el gobierno, pasó a desconfiar del mismo y a exigir una solución ya.

Sin embargo, una salida victoriosa para la lucha politécnica fortalecería al sector estudiantil, y alentaría la necesidad de la organización del movimiento a nivel nacional para frenar el ataque a la educación. Esto significa un golpe para los planes del PRI de instaurar otro período histórico en el poder, si ganara la mayoría de las nueve gobernaciones que se disputan en las urnas el próximo año.

Sea como fuere, la narcortizadora trampa de la alternancia está muy deslegitimada y la “calle” ha empezado a hacerse oír.

Esto, en el marco de una crisis que no cierra y el anuncio de la caída en 25% de los precios internacionales del petróleo, y el pronóstico del Fondo Monetario Internacional de la baja del crecimiento mundial, que acortan los márgenes de maniobra del que fue nombrado por unos meses, el milagro mexicano.









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