José Revueltas en su tiempo: controversias sobre Trotsky
06 Dec 2014
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Una de las cuestiones debatidas respecto a su biografía, pertinente si de lo que se trata es de analizar su perspectiva intelectual, es su actitud frente al pensamiento de León Trotsky.
Es sabido que Revueltas, durante su período de pertenencia al Partido Comunista Mexicano (PCM), aceptó la profesión de fe antitrotskista de su organización.
El PCM tuvo una íntima vinculación con la dirección comunista internacional y fue sujeto de numerosas purgas que suponían expulsiones de militantes y dirigentes de dicha organización. Esto se acrecentó a fines de la década de 1930, cuando el exilio mexicano del ex líder del Ejército Rojo hizo que la evolución del PCM se convirtiera en un asunto de Estado para Stalin.
Sin embargo, tanto los posibles vínculos que el joven Revueltas habría establecido con los primeros oposicionistas mexicanos, como su evolución política e intelectual posterior a 1960, han alimentado distintas hipótesis y controversias.
Olivia Gall, por ejemplo, en su obra Trotsky en México, recoge la información de que en los inicios de su militancia, Revueltas habría formado parte del primer núcleo de oposición pro trotskista –encabezado por Manuel Rodríguez–, en el seno del PCM.
Esto lo fundamenta citando al propio Rodríguez junto a la publicación oficial de Socorro Rojo Internacional. Allí se decía: “En 1929 José Revueltas comenzó con sus actividades juveniles revolucionarias como simpatizante de la Federación Juvenil Comunista. (…) Entonces surgió el trotskismo entre muchos miembros de la FJC entre los que fue arrestado Revueltas, concurriendo a sus sesiones y dedicándose a leer a Trotsky. Siguió sus actividades, cayendo preso numerosas veces, hasta que fue recluido por cerca de ocho meses en el Tribunal de Menores (…). A su salida renegó del trotskismo” (Defensa Roja, núm. 9, diciembre de 1934). Esto también lo funda citando la documentación privada del propio Trotsky y a Pierre Broué, quien trabajó sobre los archivos del revolucionario ruso en Harvard: “Pierre Broué encontró la confirmación del paso de Revueltas por la Oposición de Izquierda en la parte de los documentos de Trotsky abierta en 1980; una carta del trotskista estadounidense Abern a Trotsky, fechada el 30 de marzo de 1930: ‘El camarada Negrete de México ha sido arrestado y encarcelado. Incluyo aquí la nueva dirección de los camaradas mexicanos: José Revueltas, Pescaditos 20, México, DF’”.
Según esta hipótesis, Revueltas, aunque adhirió al primer núcleo trotskista, finalmente no abandonó el PCM junto a Rodríguez y su grupo.
Jorge Fuentes Morúa, en cambio, sostiene que, aunque está documentado que Revueltas conoció a militantes que se enrolaron en la Oposición de Izquierda Internacional y confesó haberse sentido atraído por las ideas de Trotsky en sus inicios en Socorro Rojo, no puede aseverarse a ciencia cierta que habría sido parte del primer núcleo de oposición trotskista.
La evidencia parecería indicar la certeza de la hipótesis de Gall y otros autores respecto al acercamiento del joven Revueltas a los trotskistas, específicamente en los inicios de su militancia en el PCM.
Otro aspecto de esta controvertida relación refiere a su última ruptura con el PCM, en la década del 60, uno de los períodos más ricos de la elaboración de Revueltas. Durante el mismo se acercó a distintas tradiciones teóricas, incluyendo a la de Trotsky, lo cual supuso también su relación con los trotskistas mexicanos.
En el período de la publicación de Ensayo sobre un proletariado sin cabeza, Revueltas todavía manifestaba cierta hostilidad hacia las ideas trotskistas.
En 1967 escribió: “La guerra fría entre las potencias socialistas: parte del contexto de la tercera guerra mundial”, donde cuestionaba las tesis clásicas del estalinismo y rendía abiertamente tributo a Trotsky: “Sólo hay un calificativo con el que le resulta a Stalin imposible en absoluto caracterizar la tendencia de Trotsky, pero que en realidad, también, es el único que le corresponde y que merece: el calificativo de leninista, la tendencia que de no haber muerto, Lenin mismo sin duda representaría dentro de las nuevas circunstancias históricas”.
En el contexto del movimiento de 1968 se acercó a los trotskistas que fundaron el Grupo Comunista Internacionalista (GCI), luego Liga Comunista Internacionalista (LCI).
Tanto Manuel Aguilar Mora –integrante de aquella organización– como Andrea Revueltas –editora de las obras completas de su padre–, sostuvieron que participó en algunas de las reuniones que llevaron a la creación del GCI.
Desde la cárcel de Lecumberri, en su carácter de preso político, declaró su pertenencia al mismo y envió una carta al Congreso mundial realizado por uno de los sectores que se autodenominaban “la IV Internacional”, aunque con el correr de los años aparecieron las discrepancias teóricas.
Fuentes Morúa sostiene la hipótesis de que dicho acercamiento no se trataba de un enrolamiento de Revueltas en el trotskismo, sino que éste, a la vez que consideraba atinadas algunas de las tesis del revolucionario ruso, pretendía integrar a distintas tendencias políticas e intelectuales en un proyecto superior.
Carlos Sevilla, compañero de Revueltas en Lecumberri y militante trotskista, planteó que “Revueltas se hizo trotskista no de corazón, sino sólo un simpatizante”.
Efectivamente, sería aventurado considerar que el duranguense [nacido en Durango, México, NdE] se identificaba con el conjunto de la perspectiva estratégica del trotskismo; pero es innegable que en los 60 dio un giro a izquierda teórico y político que lo llevó a acercarse a la principal corriente antiestalinista a nivel internacional y nacional.
Manuel Aguilar Mora, por su parte, planteó que “en 1971, las diferencias nos fueron separando. La principal fue la cuestión organizativa. José iniciaba en esas fechas una crítica a la concepción de la organización leninista que lo conduciría al cuestionamiento completo del partido revolucionario como vanguardia en la lucha de clases. Sin poder desarrollar bien a bien sus ideas, Revueltas consideraba este tema el más importante, para tratarlo en sus años últimos. Antes de morir quería preparar una nueva edición del Ensayo, con una introducción crítica en la cual haría la reevaluación del concepto del partido leninista”.
Así fue como, durante los años 70 Revueltas inició una revisión crítica de su propia adscripción al leninismo. Esto fue truncado por su propia muerte, aunque quedó expresada en distintos trabajos y cartas.
Como fundamentaremos en los capítulos siguientes, el Ensayo sobre un proletariado sin cabeza y las elaboraciones de Revueltas durante esos años, lo constituyeron como un precursor del retroceso de la hegemonía estalinista en la izquierda mexicana iniciado desde 1968, al calor de los nuevos procesos de la lucha de clases en México y el mundo.
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