La banalidad del asesinato de un manifestante

29 Nov 2014   |   comentários

El mismo día que el policía que mató a Michael Brown en Ferguson aparecía defendiendo lo indefendible en la TV norteamericana, en Francia el abogado del gendarme que mató al estudiante ecologista Rémi Fraisse daba su versión de los hechos.

El mismo día que el policía que mató a Michael Brown en Ferguson aparecía defendiendo lo indefendible en la TV norteamericana, en Francia el abogado del gendarme que mató al estudiante ecologista Rémi Fraisse daba su versión de los hechos.

Jean Tamalet, el abogado del gendarme que mató a Rémi Fraisse, se expresó públicamente por primera vez. En un informe desapasionado de los hechos, casi administrativo, dijo de su cliente y del asesinato: “Él está en el mismo estado de ánimo que un conductor que está perfectamente conforme con el código de tránsito, pero cuyo vehículo golpeó y mató a otro usuario que no habría respetado una prohibición. Lo que ocurrió fue un accidente. No es ni culpable ni responsable, pero él estaba presente, y es su granada la que mató a Rémi Fraisse”.

Negándose a responder si su cliente habría actuado en legítima defensa, lo que llevaría a desnudar que Rémi Fraisse en la noche del 25 al 26 de octubre en Sivens no disponía de arma de fuego, ni de un cuchillo o de un proyectil que lo hubiera puesto en peligro, agregó que “mi cliente tuvo una respuesta graduada y proporcionada, como quiere el procedimiento. Éste es el caso. Estamos convencidos de que Rémi Fraisse era un pacifista, pero él estaba en ese momento en medio de matones armados. No es un insulto a su memoria aclararlo”.

Este relato, que busca que el lector tienda a compadecerse del gendarme y la “presión emocional importante” que sufre, se podría resumir como la banalización del asesinato de un manifestante, haciendo un paralelismo con la famosa frase del libro de la pensadora liberal Hannah Arendt, Eichmann en Jerusalén.

En esta obra acerca del juicio celebrado en Israel en 1961 contra el teniente coronel de las SS nazis, la teórica alemana sostiene que Adolf Eichmann no poseía una trayectoria o características antisemitas y tampoco presentaba los rasgos de una persona con carácter retorcido o mentalmente enferma. Actuó como actuó simplemente por deseo de ascender en su carrera profesional y sus actos fueron un resultado del cumplimiento de órdenes de superiores. Era un simple burócrata que cumplía órdenes, sin reflexionar sobre sus consecuencias. Para Eichmann, todo era realizado con celo y eficiencia, y no había en él un sentimiento de «bien» o «mal» en sus actos.

Citando a la autora y su famosa frase: “Fue como si en aquellos últimos minutos [Eichmann] resumiera la lección que su larga carrera de maldad nos ha enseñado, la lección de la terrible banalidad del mal, ante la que las palabras y el pensamiento se sienten impotentes”.

Y para explotar aún más su aspecto humano y a la vez tratar de deslegitimar a las manifestaciones que se vienen produciendo contra el giro autoritario de Hollande http://www.laizquierdadiario.com/Lu..., su abogado nos dice del gendarme:

“Él está destrozado de verse acusado de haber buscado deliberadamente como blanco a Rémi Fraisse. Él no comprende que este drama es explotado para manipular a los liceístas o a los estudiantes. Si su estatuto lo permitiera, el propondría a los familiares de Rémi lanzar conjuntamente un llamamiento a la calma”.

Frente a semejante banalización de la muerte de un manifestante, más que nunca debemos luchar contra el aparato represivo de la democracia imperialista francesa y el sistema capitalista decadente que engendra asesinos “normales”, que cometen accidentes lamentables pero “normales”, como los que mataron a Rémi en Francia o Michael Brown en Estados Unidos.

En este último caso, Darren Wilson, el policía que lo asesinó dijo en su entrevista televisiva: “Tengo la conciencia tranquila” “Yo hice mi trabajo dentro de las reglas”.









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