México antes y después de los 43 normalistas desaparecidos

05 Jan 2015   |   comentários

Bárbara Funes / @barbarafunes2 Con la masacre de Iguala y la desaparición de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural Isidro Burgos se abrió un nuevo momento político. Analistas internacionales hablan de un “cambio de ciclo”

Peña Nieto inició su gestión en 2012 con el aplomo de quien estaba dispuesto a aplastar a todo lo que se interpusiera en su camino: con el beneplácito del Partido Revolucionario Institucional (PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD) se aprobaron las reformas estructurales –laboral, energética, educativa, de telecomunicaciones–, para beneficio de las trasnacionales y el imperialismo.

En el 2014, antes de septiembre, se habían denunciado ya la violación sistemática de los derechos humanos y la tortura como práctica institucional. El otoño, que inicia ese mes, trajo la ira, la desazón y la tristeza con las ejecuciones de 20 jóvenes en Tlatlaya a manos de militares – que habían tenido lugar meses antes – y enseguida, el día 26 con el asesinato de 3 normalistas, un ama de casa, un joven futbolista y un operador de autobús, y la posterior desaparición de los 43 estudiantes. Estalló la indignación.

Salió a la luz, como nunca antes, la colusión entre el narcotráfico, los tres niveles de gobierno (nacional, estatal y municipal) y los partidos PRI, PAN y PRD. Se desnudó ante los ojos de millones la implicación de las fuerzas represivas mexicanas en casos de ejecuciones, torturas, desapariciones, como en Iguala, como en Tlatlaya, como en la masacre de migrantes en San Fernando, Tamaulipas. Se sucedieron denuncias de feminicidios como el deAngélica Trinidad Romero, criminalización de la protesta social.

En este marco, también se hicieron públicos desastres ambientales como el provocado por Grupo México en Sonora, con el derrame de tóxicos en un río, y escándalos de corrupción como la “casa blanca” de Angélica Rivera (esposa del presidente Peña Nieto) y la mansión de Malinalco de Luis Videgaray (secretario de Hacienda).

La crisis abierta por la masacre de Iguala y los normalistas desaparecidos no ha tocado fondo. Al decir de los analistas, existe una “crisis de credibilidad” en México que el poder – de los empresarios nacionales y extranjeros, del gobierno de Estados Unidos, de los partidos institucionales – no pudo cerrar hasta ahora.

¿Qué tienen que decir ante esto los más de 52 millones de personas que forman parte de la población económicamente activa, entre trabajadoras y trabajadores ocupados y desocupados? En las próximas líneas haremos una breve síntesis de la situación de la clase obrera en México.

2009-2012: de la liquidación de Luz y Fuerza a la reforma laboral

En 2009, la clase trabajadora mexicana sufrió un duro golpe: la liquidación de Luz y Fuerza del Centro, que dejó a 40.000 familias en la calle, y golpeó a uno de los principales sindicatos del país: el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME). En el primer momento de la lucha, los trabajadores del SME hicieron sentir su fuerza con importantes movilizaciones en la capital mexicana.

El cierre de Luz y Fuerza del Centro constituyó el preludio de un ataque en regla contra las condiciones de trabajo y de organización de quienes crean la riqueza del país.

Ese ataque fue la reforma laboral, aprobada en 2012 por el Partido Revolucionario Institucional, el Partido Acción Nacional y el Partido de la Revolución Democrática, con la complicidad del charrismo sindical. Nos permitimos citar un fragmento del artículo “Efectos negativos de la reforma laboral”, publicada en la revista Fortuna.

Esta reforma “Crea figuras de contratos temporales: a prueba, de capacitación inicial, de labores discontinuas, por horas (artículos 39 A, B, F y 83); no prohíbe las renuncias en blanco, anticipadas o “voluntarias”; quita la sanción a los patrones en caso de falta de aviso de despido (artículo 47); legaliza la subcontratación (artículo 15 A); limita el pago de salarios caídos a 1 año más el pago de interés del 2 por ciento mensual sobre el importe de 15 meses de salario (artículo 48); establece medidas que predisponen la prolongación de los juicios (artículos 878, fracción VIII, y 880).

Además, permite el despido por la queja de clientes o proveedores del patrón en contra de los trabajadores (artículo 47, fracción II); legaliza el trabajo “multihabilidades” sin el pago complementario que implica realizar otras funciones (artículo 56 Bis); reduce significativamente la bilateralidad en las relaciones de trabajo; desaparece de la Ley Federal del Trabajo la tabla de enfermedades y riesgos de trabajo y otorga facultades a la Secretaría de Trabajo para su expedición y modificación (artículos 514 y 514).

También, evade penalizar conductas patronales negligentes que afecten la salud y la vida de los trabajadores y en su lugar impone multas económicas (artículo 992); mantiene los mecanismos legales que dificultan la elección democrática de representantes sindicales y que sostienen el corporativismo sindical.”

La reforma educativa: PRI-PAN-PRD contra los maestros

En septiembre de 2013, los partidos institucionales PRI-PAN-PRD aprobaron la reforma educativa que flexibiliza las condiciones laborales de los maestros –con contratos a prueba con evaluaciones anuales, supervisiones permanentes a los maestros recién contratados, rescisión de contratos y sanciones discrecionales por parte por parte de las autoridades – y constituye un golpe para su organización sindical. Cabe destacar también que parte de esa reforma implicó un avance en el desmantelamiento de las escuelas normales, como la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa, donde se forman los maestros en México.

Hubo resistencia en las calles: el bravo movimiento magisterial mexicano se manifestó contra esa reforma en todo el país.

2014: solidaridad de los trabajadores con Ayotzinapa

A partir de septiembre, con la desaparición de los normalistas, los maestros de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación (Ceteg) de inmediato hicieron sentir su apoyo a las impresionantes manifestaciones juveniles. Se sucedieron mitines, movilizaciones y distintas protestas que hasta el día de hoy conmueven al estado de Guerrero.

Maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) también hicieron oír su voz en la lucha por la aparición de los normalistas en distintos puntos del país.

Los profesores conjugan en estas protestas la lucha por los normalistas desaparecidos con la lucha contra la reaccionaria reforma educativa.

Otros trabajadores de la educación, como los del Sindicato de Trabajadores de la UNAM (STUNAM), del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Autónoma Metropolitana (SITUAM), y del Sindicato de la Unión de Trabajadores del Instituto de Educación Media Superior del Distrito Federal (SUTIEMS). Este último fue a huelga por aumento salarial en distintas ocasiones, aunando su reivindicación con la exigencia de la aparición con vida de los estudiantes de Ayotzinapa. Mineros de Taxco, estado de Guerrero también se sumaron la lucha.

El 20 de noviembre pasado se hicieron parte de la Jornada de Acción Global por Ayotzinapa los trabajadores telefonistas, con un paro y movilización históricos, ya que desde la década de 1980 este sector no paraba en sus labores.

Trabajadores de la Caja de Ahorro de Telefonistas, cuyo patrón es Francisco Hernández Juárez, dirigente de la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) y del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM), mantienen su lucha por las reinstalaciones de sus compañeros despedidos y en defensa de su contrato colectivo de trabajo.

Este mismo diciembre, los trabajadores del Colegio de Bachilleres de San Luis Potosí se movilizaron para reclamar el pago de su aguinaldo, mientras que se dio una importante movilización de trabajadoras y estudiantes de enfermería contra la “iniciativa de profesionalización de Enfermería”, que entre otras cuestiones niega el derecho de ascenso en el área laboral a las enfermeras.

Para el próximo 6 de enero de 2015, la Asamblea Intergremial Enfermería, Trabajo Social, terapistas y la Alianza de Trabajadores de la Salud y Empleados Públicos anunciaron que llevarán a cabo una movilización nacional por “por la dignificación de los trabajadores del sector salud, el mejoramiento del servicio y por la demanda de "transparentar" el manejo de las 33 mil plazas en el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste) y Secretaría de Salud”, como señala el artículo “Anuncian movilización para dignificar gremios de médicos y enfermeras”, publicado en La Jornada del 30 de diciembre de 2014.

Mientras tanto, el peso mexicano se devaluó y los salarios perdieron poder adquisitivo, a lo que se sumó la caída de los precios del petróleo, un elemento fundamental de la economía del país. Las condiciones de vida de los sectores populares en México se endurecen. La crisis económica se hace sentir.

Vientos de cambio para 2015

Pero hay una luz de esperanza que empezó a arder con la ira por la desaparición de los normalistas. Hay sectores de trabajadores que se niegan a ser pisoteados, como los que salieron en apoyo a Ayotzinapa, como los que saldrán a marchar en todo el país el próximo 6 de enero.

En México hay desconfianza en el PRI-PAN-PRD, el gobierno está en crisis: no puede aplicar la mano dura igual que lo venía haciendo, está sacudido por el “¡Fuera Peña Nieto!” que se escucha. ¿Hay perspectiva de recambio de los de arriba? Se ve difícil, aunque no imposible.

Por eso, para resolver los grandes problemas nacionales –subordinación al imperialismo, desguace de los recursos naturales y energéticos, precarización laboral, criminalización de la protesta social, persecución a los migrantes, colusión entre empresarios, narco y gobierno, la cuestión de la tierra, los derechos de los pueblos originarios – a favor de los sectores populares hay una alternativa: la Asamblea Constituyente, libre y soberana, como señalamos acá.

Ante la crisis mexicana, será, como dijo León Trotsky, uno de los principales dirigentes de la Revolución Rusia, en “Las tareas de los comunistas en España”, incluido en la nueva compilación de escritos sobre la Revolución Española del CEIP León Trotsky que:

“Las manifestaciones activas de los estudiantes sólo son una tentativa de la joven generación de la burguesía, sobre todo de la pequeña burguesía, para dar una salida al equilibrio inestable en que el país se ha encontrado después de la pretendida liberación de la de la dictadura de Primo de Rivera, de la que se ha conservado íntegramente la herencia en sus elementos fundamentales. Cuando la burguesía renuncia consciente y obstinadamente a resolver los problemas que se derivan de la crisis de la sociedad burguesa, cuando el proletariado no está aún presto para asumir esta tarea, son los estudiantes los que ocupan el proscenio”.

¿El movimiento democrático abierto por Ayotzinapa abrirá el camino para la irrupción en escena de la clase trabajadora? Está por verse. Pero nada es igual en México luego de la desaparición de los normalistas.









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