Mujeres y política: la trampa electoral y otros demonios
15 Apr 2015
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Mujeres y política: la trampa electoral y otros demonios
Alejandra Toriz
@ale_toriz
Es tiempo de elecciones, y ha llegado el tiempo de hablar de lo “políticamente correcto”: la perspectiva de género y la paridad en el Congreso.
Ante las elecciones del 7 de junio se postularon 4 mil 496 candidatos de los cuales la mitad son mujeres. Esto, en el marco de un profundo cuestionamiento al régimen, hartazgo contra sus partidos e instituciones, y el aumento sin precedentes de la violencia contra las mujeres.
Elecciones y la lucha por nuestros derechos
La lucha por los derechos de las mujeres en los últimos años pareciera ser respetada y aceptable, la mayoría de los gobiernos del mundo y en distintas instancias de gobierno impulsan políticas de género.
En nuestro país contamos por ejemplo con la Ley de Acceso a una Vida Libre de Violencia para las mujeres, lo que contrasta con las escalofriantes cifras de aumento del feminicidio en los últimos años: cada 3 horas con veinte minutos le arrebatan la vida una mujer por su condición de género.
Otro reflejo de la situación de las mujeres en nuestro país es la lucha de los jornaleros de San Quintín, que visibilizó las condiciones inhumanas en las que viven, donde la situación de las mujeres es aún más cruenta, con triples lazos de opresión y explotación, por ser trabajadoras, mujeres y, en su mayoría, indígenas.
De este modo, nos quieren convencer de que las mujeres caminamos en una ampliación y respeto de derechos, que se nos repiten huecos frente a la escalada violenta.
En este marco llegan las elecciones del 7 de junio, con el precedente del descontento abierto por Ayotzinapa, donde cada uno de los flagelos de las mujeres y los trabajadores en nuestro país, estuvieron presentes en la exigencia de aparición con vida de los normalistas. Los acontecimientos en Iguala mostraron ante los ojos del mundo la democracia putrefacta de México.
La paridad, falso camino para la igualdad
Frente a las elecciones, uno de los “grandes debates” es la “paridad en el Congreso”. Con la Reforma Constitucional de 2014 se obliga a los partidos políticos a garantizar mínimo 50% de candidatas mujeres. De distintos partidos aspiran a gobernar ocho de las nueve entidades federativas.
El PAN para Michoacán postuló a Margarita Zavala, que tras su espalda trae el respaldo de la “Guerra contra el narco” impulsada por Calderón, con más de 100 mil “daños colaterales”, es decir, asesinados…
El PRD quiere presentar su nueva cara en Guerrero, con Beatriz Mojica, y en Colima, con Martha Zepeda. Estás candidatas no nos hacen olvidar que este mismo partido es el de Abarca, el de la represión en la Ciudad de México y Guerrero, el que al igual que el PRI usa la violencia sexual contra las mujeres que luchan, como lo denunciado por las valientes maestras de la CETEG.
El descaro priísta para cubrir la “cuota” no se hizo esperar: en su lista se encuentran como candidatas a diputadas federales, la “Reyna de los memes” Carmen Salinas y la “Zarina de la basura” Guillermina de la Torre Malváez. La primera, actriz conocida por su participación en el cine de “ficheras” y en las telenovelas de Televisa. La segunda es la madre de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, ex-dirigente del PRI en la Ciudad de México, ligado con las redes de trata de mujeres, quien cuenta con impunidad en su partido. Además esta familia es conocida por la violencia.
Estos partidos nos quieren convencer, utilizando nuestros derechos como botín electoral, de que la situación de las mujeres mejorará, cuando el historial de aquellos está escrito con sangre. Quieren cerrar el descontento y la crisis abierta por Ayotzinapa, legitimándose en las elecciones.
Las condiciones inhumanas de las y los jornaleros de San Quintín no se pueden entender sin la unión indisoluble de empresarios y políticos, y las condiciones estructurales para la violencia contra las mujeres. Tampoco se entiende sin la complicidad gubernamental y el hecho de que este sistema de explotación considera tanto a obreras como a jornaleras objetos o mercancías desechables.
Entonces las mujeres que levantamos este país, no podemos entender cómo tendremos mejores condiciones de vida, si lo anterior se mantiene. Es por eso que considerar que la paridad en el Congreso es un camino para la igualdad, nos resulta irrisorio.
Por una alternativa política de las mujeres y los trabajadores
Frente a esto, consideramos que necesitamos poner en pie un movimiento de lucha, de miles de mujeres en las calles y ser parte de construir nuestra alternativa política: una izquierda de la clase trabajadora, que levante, defienda y luche por un gobierno de las trabajadoras y trabajadores. Que defienda nuestros intereses de género y de clase, que recupere lo más avanzado de las luchas de nuestro movimiento y que se proponga organizar a los sectores más oprimidos de la sociedad.
Para las mujeres de Pan y Rosas este camino debe forjar el horizonte de la transformación radical de la sociedad, que siente las bases para la emancipación de las mujeres y la humanidad entera. Que permita construir no sólo una igualdad ante la ley sino frente a la vida.
Consideramos que el Estado y el régimen político de los capitalistas es una maquinaria al servicio de los planes del capital y cualquier reforma tiene el objetivo último de perfeccionarlo y engañar al movimiento de mujeres, de los trabajadores y el pueblo. Este régimen asesino es irreformable.
Es así que un sector del feminismo camina en el falso sendero de la igualdad y la democracia. Nosotras las que salimos a movilizarnos por Ayotzinapa, las que nos consideramos hermanas de las jornaleras de San Quintín, de las obreras que a diario enfrentan el abuso patronal y las jóvenes que enfrentan la violencia, llamamos a ir del otro lado de la acera e impulsar un gran movimiento por la anulación del voto que denuncie esta democracia asesina.
Sean hombres o mujeres los candidatos de los partidos tradicionales, miles gritamos ¡No nos representan!
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