Nueva agresión de Estados Unidos contra Venezuela
13 Mar 2015
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La declaración del presidente norteamericano, Barack Obama, de que Venezuela es una “amenaza para la seguridad de Estados Unidos” es un salto en las agresiones por parte del imperialismo contra el país latinoamericano. Nueva agresión de Estados Unidos contra Venezuela
Las declaraciones y sanciones norteamericanas han profundizado la polarización política en Venezuela, con la oposición de derecha (venezolana y continental) saludando la intervención imperialista y los defensores de Maduro llamando a cerrar filas en apoyo al gobierno.
Obama redobla la ofensiva contra Venezuela
La declaración de Obama redobla la agresión imperialista en Venezuela, aunque la amenaza de una intervención militar directa parece difícil en el actual contexto internacional donde Estados Unidos se encuentra interviniendo militarmente en Medio Oriente, a lo que se suma las consecuencias de intentar actuar directamente en un país sudamericano.
El “prontuario criminal” de Estados Unidos contra los pueblos latinoamericanos y del mundo es conocido, con el apoyo a las sangrientas dictaduras militares en los ‘70 con el Plan Cóndor, las intervenciones armadas y guerras contra los gobiernos que no se alinean a sus mandatos, junto a la imposición de los planes económicos contra los trabajadores y el pueblo pobre. Hay un cinismo mayúsculo del gobierno norteamericano que mantiene alianzas con gobiernos que son campeones en violar los derechos humanos, como con el Estado sionista de Israel o las petromonarquías en Medio Oriente. El gobierno de Obama, que mantiene la criminal e ilegal cárcel de Guantánamo, que ocupa e interviene militarmente países, como en Medio Oriente, y que en su país protege a la policía que asesina integrantes de la comunidad afroamericana, pretende mostrarse como defensor de la democracia y los derechos humanos condenando al gobierno venezolano.
Las agresiones del imperialismo son saludadas por la oposición de derecha (venezolana y continental). Bajo el cínico discurso de defensa de la “democracia”, la derecha, que en 2002 dio un golpe contra Chávez, busca aprovechar el malestar que produce la crisis económica para restaurar un gobierno al servicio de los planes imperialistas.
El avance del imperialismo y la derecha en Venezuela y el continente implican un verdadero peligro contra los intereses de los trabajadores y el pueblo.
Es por esto que hay rechazar las agresiones norteamericana y estar en la primera línea de batalla contra el imperialismo.
Maduro y sus defensores
A la agresión norteamericana le siguió la rápida respuesta de Maduro y el apoyo al gobierno venezolano de la mayoría de los mandatarios de la región. Cuba emitió una declaración repudiando la orden ejecutiva de Obama y lo mismo hicieron los países integrantes del ALBA (Bolivia, Ecuador y otros).
El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dijo que impulsará el rechazo a las medidas tomadas por Estados Unidos por parte de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), en un intento de mostrar una respuesta unificada de los gobiernos progresistas de la región. Pero lo cierto es que UNASUR desde su tratado fundacional de 2008 no ha servido para mucho más que sacar declaraciones, lo que muestra la impotencia de estos organismos, que nuclean a los gobiernos capitalistas de la región, frente al imperialismo: dejaron pasar el incremento de las bases norteamericanas en Colombia en 2009, el golpe de estado en Honduras del mismo año (para luego aceptar las elecciones impuestas por los mismos golpistas) o el golpe cívico contra Fernando Lugo en Paraguay en 2012. Incluso el secretario general de la UNASUR, el ex presidente colombiano Ernesto Samper, en su reciente visita a Venezuela reclamó un acuerdo entre el gobierno y la derecha.
Pero estar contra el imperialismo y la derecha regional no implica apoyar sin condiciones al gobierno de Maduro como hacen quienes defienden al chavismo. La actitud de apoyo político al gobierno chavista no ayuda a los intereses de los trabajadores y el pueblo pobre ni combate consecuentemente al imperialismo. El gobierno venezolano no ha tomado ninguna medida que afecte los intereses de las grandes empresas imperialistas y sus socios locales, por el contrario ha dado un giro hacia medidas que afectan principalmente a los trabajadores y el pueblo.
Este cambió de política hacia una línea más “ortodoxa” y de ajuste, similar en varios gobiernos, es producto del fin de ciclo económico favorable que ha comenzado a erosionar los “modelos progresistas” de Argentina o Brasil.
La actual situación venezolana es presentada como parte de los ataques de la oposición de derecha contra los gobiernos “nacionales y populares” (como el kirchnerismo). No es casual la utilización, como sucede en Argentina, de la crisis en Venezuela en la “guerra” entre el oficialismo y la oposición. Mientras el “progresismo oficial” lo utiliza para ganar apoyo agitando el “fantasma” golpista, la derecha busca generar “temor” a posibles crisis económicas y políticas.
Como hemos planteado en otras ocasiones (como en el enfrentamiento entre el gobierno y las patronales agrarias en Argentina o ante la movilización del 18F) no somos neutrales a la hora de enfrentar al imperialismo y la derecha, pero lo hacemos de forma independiente sin apoyar a los gobiernos que durante estos años han garantizado el pago de la deuda externa y los negocios de las multinacionales imperialistas.
Una salida independiente
A la agresión norteamericana Maduro ha respondido solicitando al Congreso poderes especiales que le den vía libre al Ejecutivo para actuar. Mientras, continúa sin tomar medidas que afecten los intereses imperialistas y como en el golpe de 2002 o el lock-out petrolero de 2002/3 busca evitar la movilización popular, cuando fue justamente la resistencia obrera y popular la que derrotó a la derecha y el imperialismo en esa ocasión.
La única forma de evitar que los costos de la crisis los paguemos los trabajadores, es atacar los intereses de los grandes capitalistas que la generaron. Medidas básicas como el no pago de las deudas externas o la imposición de impuestos progresivos a las grandes fortunas para obtener recursos que permitan invertir en obra pública para generar empleo o en salud y educación, se vuelven indispensables. De la misma manera se debe intervenir los grandes bancos y el comercio exterior para evitar la fuga de capitales y recursos. Pero nada de esto han hecho ni harán los gobiernos “progresistas” o “nacionalistas” de Latinoamérica.
El llamado a la movilización por estas medidas permitirá avanzar, a la clase obrera, hacia una salida independiente a la crisis venezolana
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