La Ley electoral

Nuevas restricciones contra las organizaciones obreras

15 Nov 2007   |   comentários

Un aspecto clave de la reforma electoral es la prohibición a las organizaciones sindicales de formar sus propios partidos políticos, con el pretexto de evitar el llamado “voto corporativo”. Sin embargo, el PRI sigue controlando -aunque cada vez más en crisis-, a las principales organizaciones obreras, como la CTM; el PRD se apoya en organizaciones como la UNT, que se dicen opositoras pero pactan con el gobierno; y la “presidenta vitalicia” del sindicato magisterial, Elba Esther Gordillo, creó el Panal para beneficiar al PAN y que los charros del SNTE obtengan mejor prebendas electorales.

Es verdad que la tragedia histórica del movimiento obrero mexicano ha sido la subordinación política de sus organizaciones a las “alternativas” patronales, que permitió 70 años de Priato y después la trampa de la transición pactada, gracias en gran medida al “voto corporativo”.

Sin embargo, la nueva prohibición sólo profundiza la antidemocracia del régimen, que en los hechos vedaba la posibilidad de que la mayoría de las organizaciones obreras y populares, así como la izquierda socialista, presentaran candidatos a elecciones por fuera de alguno de los partidos patronales.

Esta nueva medida reaccionaria busca evitar la posibilidad de que los dirigentes sindicales que se dicen opositores se vean obligados –para hacer frente al descontento obrero- a delimitarse de los partidos patronales (impulsores de los planes antiobreros), formando sus propias organizaciones políticas; aunque no sea más que para contener mejor la bronca de los trabajadores y obtener un mayor margen de maniobra frente al régimen.

El riesgo para los patrones y su “clase política”, entre la que se cuentan numerosos charros sindicales, sería que esta perspectiva pudiera ser tomada por los sectores obreros más combativos y concientes, para dar pasos reales hacia su independencia política.

Por la independencia política de los trabajadores

Los trabajadores tenemos el derecho a dotarnos de una representación política propia, si es necesario a través de nuestras organizaciones sindicales. Este partido debería funcionar mediante los principios de la democracia obrera para que sea realmente la base quién decida, en clara oposición a los métodos burocráticos del charrismo. Los socialistas propondríamos un programa que represente los intereses obreros y populares, así como pelear por un gobierno de los trabajadores, como la única forma para comenzar a resolver nuestros problemas.

Las organizaciones de la izquierda socialista y las corrientes y organizaciones obreras que se reclaman democráticas y combativas, deberían luchar por echar abajo estas medidas restrictivas y dar pasos concretos para la formación de un auténtico partido de los trabajadores, que podría representar un paso progresivo en el camino de construir una alternativa política obrera, socialista y revolucionaria.









  • No hay comentarios para este artículo