Peña Nieto contra los maestros
29 Jul 2015
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Peña Nieto contra los maestros
El reciente anuncio de la desaparición del IEEPO marcó el inicio de una nueva ofensiva gubernamental contra el magisterio. Pero la megamarcha realizada ayer en Oaxaca mostró que el gobierno deberá enfrentar una dura resistencia.
Pablo Oprinari
Ciudad de México / @POprinari
El ataque del gobierno se centró en la combativa sección 22 de la CNTE que con más de 80,000 maestros, y que -junto a sus pares de Chiapas, Guerrero y Michoacán- son la vanguardia de la resistencia contra los planes de Enrique Peña Nieto (EPN) y el Congreso de la Unión.
A la reforma educativa y la evaluación punitiva, que amenaza dejar sin su fuente de trabajo a decenas de miles de maestros, se sumó la disolución del Instituto Estatal de Educación Publica de Oaxaca (IEEPO), el congelamiento de las cuentas bancarias de la sección 22 y la dura campaña de estigmatización contra los maestros y sus dirigentes sindicales.
La madre de todas las batallas
El 21 de julio, Peña Nieto realizaba una operación política audaz, que era una respuesta al paulatino debilitamiento gubernamental.
Remontándonos algunas semanas, hay que recordar que el resultado de las últimas elecciones federales no fue favorable para el PRI. Más allá de mantener la mayoría simple en el Congreso con una pequeña ayuda de sus amigos (El Verde y el Nueva Alianza) perdió votos y plazas importantes. A Peña se le venia un escenario que podía ser de pesadilla: a 3 eternos años del fin de sexenio, una importante pérdida de su capital político.
Y, sobre esto, reverdeció la movilización magisterial, que mostró una recomposición creciente de este activo sector que agrupa a cientos de miles de asalariados, como dijimos aquí. A Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán se le sumaron otros estados, y el recuerdo de la lejana primavera magisterial de 1989, empezaba a agitarse frente a las narices del ocupante de Los Pinos.
La movilización se extendió a estados del norte -como Sonora, Nuevo León o Baja California, entre otros- del centro y el sureste -como Veracruz o Jalisco- y en particular al bastión priista del Estado de México. Este proceso no cayó del cielo; es parte de una experiencia de protesta y movilización desde 2013.
El tercer aspecto de las últimas semanas fue el escape del Chapo Guzmán. Que generó desconfianza popular en los evidentes vínculos entre los narcos y los altos niveles estatales, pero también generó turbulencias en la relación con la Casa Blanca. EPN no sólo se negó a extraditar al Chapo a los EE.UU., tampoco garantizó su encarcelamiento.
En ese contexto, con el golpe al magisterio, Peña retomaba la ofensiva. Y pretendía poner contra las cuerdas a los maestros, su principal contrincante y el único sector del movimiento obrero en las calles. Con la imagen de un IEEPO militarizado y 10,000 efectivos ocupando la capital del estado, a muchos les recordó el ataque alevoso contra el SME en 2009. Se anunciaba una nueva ofensiva anti-sindical y anti-obrera, que cuestionaba el derecho de los trabajadores a su propia organización.
Sin embargo, entre los deseos de Peña Nieto y la realidad hay un trecho. Si los primeros días alguien podía pensar que no encontraría resistencia, la realidad se mostró de otra forma.
La masiva movilización magisterial del lunes 27/7 en Oaxaca, evidenció la decisión de enfrentar el ataque del gobierno federal, el Congreso y el gobernador Gabino Cué.
Las muestras de apoyo, la participación de delegaciones de otros estados y la solidaridad de sectores populares, enseñan que -lejos de estar la sección 22 condenada-, existe la posibilidad de forjar una amplia alianza magisterial, obrera y popular.
Si la semana anterior se hizo presente el fantasma del golpe contra el SME, el lunes pasado muchos recordaron las jornadas del 2006, cuando la poderosa alianza de los maestros y sectores populares puso en pie la Comuna de Oaxaca y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. Aunque los tiempos sean distintos y la historia no se repita, la ofensiva contra el magisterio puede despertar mayores movilizaciones y protestas de los oprimidos y explotados.
Pronóstico abierto
Aún no hay nada que indique que el gobierno vaya a cambiar su orientación frontal contra el magisterio. Es mucho lo que se juega, y hechos como el desalojo de los maestros de Chiapas -al cierre de esta edición-, señalan que quiere arrodillar al magisterio. Las y los maestros hacen bien en prepararse para enfrentar una lucha dura contra Peña Nieto y nuevos episodios de represión.
El gobierno, de todas formas, no la tiene fácil. En un contexto económico signado por las caída catastrófica del peso y del petroleo, debe recuperar su imagen, credibilidad y fortaleza. Eso implica disciplinar al propio PRI, en el cual muchos ya empezaron a pensar en el 2018 y sus propias candidaturas. Sin duda, algo prematuro que debilitaría la figura presidencial.
No es casual que Peña Nieto, a pocos días de mostrar su firmeza contra la Sección 22, le dijo a la plana mayor del tricolor que “no eran tiempos de proyectos personales” ni de adelantar los calendarios electorales. No es tampoco casual que agitase “la sombra del populismo y la demagogia”: un claro recordatorio a sus correligionarios de que si el PRI se debilita, quien lo capitalizará en el 2018 será el MORENA de López Obrador, con quien desde este medio hemos debatido.
Como planteamos en La Izquierda Diario, el magisterio está en un momento crucial, así como el conjunto de los trabajadores y el pueblo. Ante la embestida gubernamental, rodear de solidaridad la lucha magisterial, la movilización y la preparación de un paro nacional, son tareas esenciales.
Junto a ello, avanzar en lo que surge como urgencia en cada lucha importante: construir una organización política que defienda los intereses de los trabajadores y el pueblo, que sea alternativa a los partidos de la clase dominante, y que enfrente los planes y “reformas estructurales” de los capitalistas y las trasnacionales.
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