Resistencia obrera en el paraíso de las trasnacionales

24 Nov 2015   |   comentários

En los últimos meses, nuevas luchas obreras surgieron en México, país paraíso de las transnacionales, con una precarización extrema y condiciones de semiesclavitud en las fábricas.

El 2015, el año después de Ayotzinapa, mostró que la clase trabajadora empieza a moverse. Y no sólo en el magisterio que resiste, en las y los trabajadores que se movilizaron en varios momentos o en aquellos que llevan adelante una resistencia heroica iniciada hace varios años, como los y las trabajadoras de Sandak en Tlaxcala. Lo nuevo se hace notar en el corazón de los grandes centros industriales. Son luchas durísimas como planteamos aquí, con el peligro de ser aisladas y quebradas por el cansancio y el hambre, que en su mayoría enfrentan a la patronal, el estado y la burocracia sindical.

Las nuevas expresiones de la resistencia obrera
Surgen en el interior de la república. Uno de los focos de esta nueva resistencia obrera es Ciudad Juarez, tristemente conocida por los feminicidios; cuyas víctimas eran, en primer lugar, obreras de las maquiladoras, y donde hoy los salarios son de los más bajos de la frontera norte. Son justamente las mujeres de las maquiladoras quienes allí están al frente, junto a sus compañeros, desafiando la prepotencia patronal y rebelándose contra las condiciones de explotación y el acoso sexual de supervisores y capataces.

En los plantones obreros de Juarez, bajo el frío inclemente, puede verse -como aquí y aquí- cómo logran sobreponerse al miedo que el estado, la patronal y sus guaruras quieren meterles. Sus demandas reivindican desde el pago de salarios devengados, vacaciones, mejora en las condiciones laborales, hasta el alto al acoso laboral de los patrones y el personal jerárquico. De igual forma, protestan contra los despidos y tienden a un denominador común: la lucha por sindicatos independientes de las centrales charras que -como ellas y ellos dicen- defiendan realmente sus derechos.

Estas muestras de descontento obrero, bajo la forma de manifestaciones permanentes, se dan en filiales de empresas multinacionales, así como en otras que son proveedoras de grandes empresas extranjeras. Es el caso de la empresa Commscope: segun puede leerse aquí, inició operaciones en Ciudad Juarez el 1 de octubre, a partir de fusionarse con TE Comunity, que funcionaba bajo la razón ADC, y adquirir dos naves industriales.

Una de las primeras acciones de la fusión fue el despido de 170 trabajadores, que exigian su derecho a sindicalizarse en una organización independiente. Commscope, una de las grandes proveedoras de cables de telecomunicaciones, con más de 25,000 empleados en el mundo, tiene 4200 trabajadores en sus 4 plantas en Mexico. ¿Sus ganancias? Para darse una idea de ello, sólo en el segundo trimestre del 2015, sus ventas globales reconocidas fueron de 860 millones de dolares.

Tambien podríamos mencionar a Lexmark, Eaton, Hansuh Automotive (cuyos trabajadores bloquearon recientemente los accesos a la empresa) o Foxconn. Esta última es el gran proveedor mundial de Apple, produce el 50% de los productos electrónicos del globo y emplea a 1,400,000 personas en el globo.

En los dormitorios obreros de FoxConn China ocurrieron, en 2010, los suicidios de trabajadores, agobiados por los alienantes ritmos de producción.

Otro foco de luchas obreras es Zacatecas, en grandes empresas como Delphi, Grupo Modelo y el emporio aeroespacial Triumph Group.

Como decimos arriba, surgen en puntos de alta concentración de capital extranjero, en empresas de telecomunicaciones, automotriz y autopartes o alta tecnología, con una clase obrera altamente precarizada.

En donde -despues de la crisis del 2008/2009- se han incrementado las inversiones de capital extranjero, particularmente en el norte y centro del país (Guadalajara, Zacatecas, Querétaro), a la caza de la ventaja comparativa: mano de obra barata y cercanía con la frontera estadounidense, el principal destino de las mercancías producidas.

Que esto se de -por ahora- en el interior de la república y no en las zonas industriales del Estado de México ¿expresará que empieza en los “eslabones débiles” del control charril? Aún así, las condiciones represivas en las fábricas -y en lugares golpeados por la militarizacion y el narco como Cd. Juarez-, muestra la energía de quienes se manifiestan, a pesar de todas las condiciones adversas.

Los laberintos de la lucha de clases
En los últimos años, la lucha de clases en México se caracterizó por el protagonismo del campesinado, los pueblos indígenas y la juventud, así como del magisterio, sector de avanzada del movimiento obrero.

Las direcciones sindicales actuaron como cómplices abiertos del gobierno y permitieron que pase la reforma laboral esclavista: es el caso de la CTM y centrales afines. Aquellas que se reclaman opositoras se limitaron a protestas rutinarias y se negaron una y otra vez a un verdadero paro nacional. Incluso en el caso del SME, la estrategia elegida por la dirección sindical – la resistencia civil y pacifica, prestada del lopezobradorismo- mostró su impotencia, a pesar de la voluntad de lucha de la base. Todo esto tuvo el efecto de que la clase obrera luchara muy poco o que recibiera duros golpes, como resultado de la estrategia de estas direcciones.

Esto alentó la falsa idea -propugnada por corrientes populistas y reformistas- de que la clase obrera perdió su centralidad en el moderno capitalismo mexicano.

Sin embargo, el movimiento obrero es una realidad: más de 32 millones de asalariados mueven la economía mexicana, que con sus familias constituyen la inmensa mayoría de la población. Si bien el campesinado es un sector muy importante, conforme avanzó la penetración imperialista, las transformaciones económicas y sociales aceleraron aún más la urbanización de la sociedad, en tanto se fortaleció el peso del proletariado agrícola.

El proletariado industrial sufrió un proceso de reconfiguración: mientras en algunos estados su peso cayó; esto fue más que compensado por su crecimiento en otros, a partir de la inversión extranjera.

La idea de que la clase obrera perdió su lugar en la lucha de clases, choca no sólo con la acción de sectores como el magisterio o los trabajadores de la salud, sino también con las luchas de las que nos ocupamos en este articulo.

Sin embargo, la clase obrera viene de muy atrás, producto de la ofensiva capitalista y del rol nefasto de sus direcciones sindicales y políticas. En estas luchas duras, aisladas, se comienza a configurar una nueva realidad que hay que desarrollar.

Y es que la acción de la clase obrera es imprescindible para transformar radicalmente este sistema de explotación y opresión. Eso se mostró en las movilizaciones por Ayotzinapa. Como ya dijimos, para sortear la crisis política, Peña Nieto no sólo contó a su favor con el apoyo de sectores de las clases medias acomodadas y el imperialismo norteamericano. Sino también con que los grandes batallones de la clase obrera no participaron organizadamente.

En los momentos más álgidos, luchar por la caída del gobierno y el régimen del PRI-PAN y PRD, requería que se pusiera en movimiento la clase obrera con sus métodos de lucha, paralizando el país mediante una Huelga General Política.
Al no darse esto, la energia puesta en movimiento se disipó y el gobierno retomó la ofensiva, como hoy se expresa en la represión contra los normalistas de Ayotzinapa y el ataque al magisterio en lucha.

Por eso, desde el MTS planteamos, ayer y hoy, que es fundamental la participación de la clase obrera en la lucha contra Peña Nieto y el régimen político.

Por eso es clave rodear de solidaridad las luchas que empieza a librar el proletariado, impulsar la coordinación más amplia para que triunfen, pero también sacar las lecciones de cómo lograr sus reivindicaciones,. Se trata de que surja un nuevo movimiento obrero: que enfrente y se sacuda las cadenas del charrismo, que avance en la independencia de clase respecto a los partidos patronales, y que una sus fuerzas a los sectores populares y juveniles que luchan contra la represión y opresión de este régimen político.

En ese camino es que queremos forjar una organización revolucionaria y socialista de la clase trabajadora y la juventud combativa, que exprese estas lecciones en un programa y una estrategia que permita no sólo pelear, sino vencer en la lucha contra los explotadores, sus gobiernos y sus partidos.









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