Sobre un balance distorsionado de las elecciones
22 Jun 2015
| comentários
Como la mayoría lograda por el PRI en alianza con el Partido Verde y con el Panal; del gran retroceso electoral del PRD y la derrota del Miguel Mancera en la capital; del llamado “fenómeno” de las candidaturas independientes, y de la emergencia del Morena como una nueva fuerza política institucional que ganó la mayoría en la Asamblea de representantes del DF.
Intentaremos aquí dar una visión equilibrada de estos procesos, explicando lo contradictorio de cada uno de ellos y cuál es el escenario político nacional que se abre a partir de las últimas elecciones.
Si bien es importante destacar el mantenimiento del PRI como primera fuerza del Congreso -en el marco de una evidente crisis de legitimidad y de representación de los partidos a partir de la crisis abierta con el asesinato y desaparición de los normalistas de Ayozinapa-, éste es un triunfo muy relativo y contradictorio porque al mismo tiempo perdió gubernaturas y ciudades importantes.
Por un lado, porque parte de una baja importante en la votación del tricolor donde el 29 % de los votos obtenidos expresan en realidad que no lo votó el 71 % (el 29% del 47 % de votantes reales sobre el total del electorado), y que con este posicionamiento no logró desactivar la polarización social ni frenar la violencia ni la fuerza de los cárteles del narco, como lo detallan estos mismo diarios en los últimos días.
El de Peña Nieto es un gobierno que tendrá que lidiar los últimos 3 años de su gestión con un reducido margen político (y presionado por la fuerte devaluación del peso frente al dólar, la desaceleración de la economía y la amenaza del alza de las tasas de interés por la Reserva Federal de los Estados Unidos) para llevar hasta el final las reformas estructurales. Por lo que profundizará su autoritarismo para imponer los planes mandatados por el FMI y el gobierno estadounidense, como ya lo muestra con los maestros de la CNTE.
Lejos de la visión mediática que basa este logro del PRI únicamente en el acuerdo y los votos aportados por el Partido Verde y el Panal, es principalmente por la alianza con el PRD expresada en el Pacto por México -con el PAN viene co-gobernando hace años- y la política de dejar en segundo plano la crisis abierta con la masacre de Iguala, lo que le permitió sostenerse y no ser derrotado por las enormes movilizaciones nacionales surgidas a partir de septiembre del 2014.
No verlo así, lleva a soslayar el verdadero rol del PRD en el salvataje del gobierno priista y de la crisis del régimen de partidos. Crisis que también se expresa en el retroceso electoral del PAN, el otro gran partido patronal de la alternancia, que si bien se mantiene como la segunda fuerza electoral, sufrió la más baja votación en los últimos 25 años (21.01 %), y profundizó las pugnas internas entre los grupos liderados por Calderón y el actual presidente panista Gustavo Madero.
Este triunfo relativo y contradictorio es el que envalentona a Peña Nieto para profundizar su ataque a la clase trabajadora y a la violación de los derechos humanos. La millonaria compra de armamentos -una docena de helicópteros Black Hawk UH60 y 2000 vehículos Hummers blindados, como informa el Washington Post citado en La Jornada del 17/6/15-, la creciente militarización y creación de cuerpos especiales policíacos apuntan a este fin.
El “fenómeno independiente”
Contra la visión expresada por Eduardo R. Huchim en el Diario REFORMA del 17/6/15, de que la candidatura independiente de Jaime Rodríguez El Bronco rompió el monopolio de los partidos como la vía para llegar al poder, la pertenencia de este personaje durante 30 años al PRI, su acuerdo con el ex panista Fernando Elizondo, los compromisos con los empresarios que sostuvieron su campaña electoral, así como la necesidad del gobernador electo de Nuevo León de contar con el apoyo de las bancadas del congreso estatal para llevar adelante sus planes -sobre todo en lo que se refiere al presupuesto de la Federación-, demuestran que no existe tal carácter independiente.
Como ya lo anticipaba “el Bronco” el 22 de abril a través de la CNN México (…) “me llevaría bien con el presidente, soy un hombre que tiene mano izquierda, que se negociar, que se conciliar (…).
Lejos de ser un elemento de ruptura del régimen de partidos (como propagan los “analistas” en los medios de comunicación), el triunfo de estos candidatos “independientes” al servicio del capital será utilizado por el régimen político para oxigenarse, justo cuando la crisis de representación es muy fuerte, más allá del aspecto contradictorio que implicó por ejemplo, en el caso de Nuevo León, la derrota del PRI.A esto obedece que lo haya felicitado EPN apenas conocido su triunfo.
Los cambios en la escena política
Lo que muestra en estas elecciones la gran debacle del PRD, señalada por la prensa nacional e internacional, no fue un “desgaste natural del ejercicio del gobierno” como afirman sus dirigentes, sino el enorme rechazo popular a su política patronal donde pasó de ser oposición de centroizquierda, a un partido burgués más integrado al régimen de la alternancia (explotador y antidemocrático), es decir que Ayotzinapa, el Pacto por México, el apoyo a las reformas de Peña Nieto, la corrupción en cada estado donde gobierna, el respaldo a la política derechista de Miguel Ángel Mancera en el gobierno del DF y la crisis interna por posiciones entre las tribus, acabaron con las ilusiones en esta dirección entre miles de votantes, debilitándolo considerablemente como mediación de la burguesía nativa.
En esta debacle el PRD no está solo, arrastró tras de sí a Miguel A. Mancera quien había llegado al gobierno del DF de su mano imponiendo planes con métodos represivos en la capital contra los movimientos sociales, ocasionándole la pérdida de tres delegaciones a manos del PRI, dos por el PAN y 5 arrebatadas por el MORENA.
Esta pérdida de poder junto con el avance del MORENA que se alza con la mayoría en la Asamblea Legislativa, atenta no solamente contra las aspiraciones políticas de Mancera de buscar la presidencia en el 2018.
Sino que cambian el panorama en el corazón político del país, fortaleciendo a AMLO al frente de la nueva mediación de centroizquierda, que por una parte querrá ocupar el lugar de “opositor” a los partidos PRI-PAN-PRD (como expresa sus declaraciones respecto al acceso a la educación superior), mientras que ya comenzó a mostrar su alejamiento de las aspiraciones democráticas de las masas, como es su negativa a legislar sobre el derecho al aborto y el matrimonio igualitario, anunciando que por ahora no es prioritario.
Por último, el papel vergonzosamente parcial del INE ante las violaciones del Partido Verde a la Ley electoral, la compra del voto en los sectores más pobres, los asesinatos ocurridos en el marco de las elecciones, así como la acción asesina de grupos de choque en Veracruz contra los estudiantes adversos al PRI, y los pactos cupulares entre priistas, panistas y perredistas para favorecer a candidatos afines a sus políticas, muestran que esta democracia degradada no solamente no puede garantizar elecciones “transparentes”, “equitativas” ni “pacificas”, sino que tuvieron como objetivo desviar el descontento obrero y popular y dar legitimidad a un gobierno jaqueado por el desprestigio nacional e internacional, y a un régimen de partidos cuya alternancia en el poder sirve para aplicar los planes del imperialismo cuando el desgaste hace crisis en el sistema político.
Dichos planes tendrán que lidiar con el alto porcentaje de abstencionismo, las ilusiones de amplios sectores de las masas que apostaron a un cambio en el régimen, y con la resistencia de los trabajadores movilizados.
No hay comentarios para este artículo