Tlatlaya, también fue el Estado

18 Nov 2014   |   comentários

Oscar Castillo

El 30 de junio de este año fueron asesinadas 22 jóvenes en el municipio de Tlatlaya, en una bodega ubicada al sur del Estado de México, 15 de ellos presuntamente ejecutados a manos de militares de un batallón cercano a esta localidad. Debido a la presión internacional, la PGR se vio obligada a investigar el caso hasta el 23 de septiembre, 58 días después de los asesinatos de estos jóvenes y 3 días antes de la desaparición de los 43 normalistas y el asesinato de 6 personas más en el Estado de Guerrero.

En lo que fue una verdadera masacre se intentó encubrir a los responsables, amparándolos en la justicia marcial para que no se hiciera público el caso. Sin embargo este hecho se dio a conocer en el extranjero, lo que provocó un escándalo nacional y una presión por parte de Washington al Estado mexicano para que se aclararan los hechos.

El 5 de noviembre en medio de la crisis política por la que atraviesa el gobierno, debido a la recomendación de la CNDH sobre el caso, se dictó auto de formal prisión a 7 militares acusados de participar en el homicidio. Estos soldados pertenecen al 102 batallón de infantería, puesto en marcha por Peña Nieto en el 2010 cuando era gobernador de ese estado. En sus escasos 4 años de existencia, por lo menos una docena de elementos están siendo procesados por ejecuciones extrajudiciales y es conocido su vínculo con los cárteles del narcotráfico (Proceso No. 1979).

Con la detención de estos soldados, el gobierno de Peña Nieto intenta revertir el cuestionamiento que ha abierto esta crisis política sobre sus instituciones y su brazo armado. La matanza de Tlatlaya es el reflejo de lo que viven cotidianamente familias de trabajadores y campesinos en distintos estados de la república; todos los jóvenes asesinados en esa bodega tenían en común ser pobres; el ejército los asesinó así como han sido asesinadas alrededor de 200 mil personas desde que comenzó esta guerra contra el narcotráfico que no cesa. El Estado es el responsable de estas muertes y de las decenas de miles de desaparecidos.

Todos sabemos que fue el Estado y miles han salido a gritarlo a las calles en las últimas semanas. El descontento y el enojo se muestran en las calles del país. En estos momentos es más claro ver que la movilización y la organización independiente de los trabajadores, los jóvenes, los campesinos y el pueblo pobre, es lo único que va a lograr que los responsables rindan cuentas por sus crímenes.









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