Una discución con las organizaciones oberas
¿que programa necesitamos los trabajadores?
01 Apr 2007
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Por: Martín Juárez
Las masivas movilizaciones realizadas por los trabajadores en los últimos meses y las acciones del 30/4-4/5, abren la necesidad de discutir qué programa se necesita para enfrentar al gobierno y movilizarnos este 1° de mayo. La mayoría de las direcciones sindicales participantes en el Dialogo Nacional –DN- (y en particular el SME, la UNT y la Promotora Nacional contra el Neoliberalismo), proponen un«programa mínimo no negociable» como una «plataforma de lucha frente a la actual coyuntura y como síntesis programática de unidad más allá de la coyuntura electoral». Este programa(consistente en 27 puntos) sería una herramienta para construir una «amplia unidad», y se propone impulsar una reforma constitucional favorable a los trabajadores. Plantea además «Romper con el modelo neoliberal, sustituyéndolo por un nuevo modelo económico para el desarrollo del país», con medidas tales como « Recuperar la autosuficiencia y la soberanía alimentaría, sobre la base de un nuevo impulso al reparto agrario, al ejido y al cooperativismo social». Esto, en la perspectiva de impulsar una Asamblea o Congreso Constituyente, que inauguraría «un nuevo régimen con una nueva institucionalidad democrática». Fue bajo esta postura que el DN y la Convención Nacional Democrática, liderada por Andrés Manuel López Obrador, suscribieron un pacto en el que «reconocen que ambos esfuerzos (la CND y el DN) forman parte del movimiento popular, democrático y de defensa de la soberanía nacional, en la construcción de un Proyecto Alternativo de Nación».
UN PROGRAMA CONTRA LA EXPOLIACIÓN DE LOS CAPITALISTAS
Entendemos que el ataque sobre las conquistas laborales y sociales de los trabajadores, la profundización de la miseria y la opresión en el campo, y la antidemocracia y la represión sobre el pueblo, requieren de una amplia y decidida acción de los explotados y oprimidos. Para dar una lucha hasta el final, hay que confrontar sin titubeos ni medias tintas, los planes de explotación y opresión, impulsando un programa al servicio de los trabajadores. Lamentablemente ésta no es la perspectiva del programa mínimo no negociable, pues se pronuncia por «un nuevo modelo económico para el desarrollo», el cual contrapone al «neoliberal», pero no ataca las bases de la dominación capitalista y los planes de explotación y miseria, única forma de desarrollar «un nuevo modelo económico» a favor de los trabajadores. Ya que hoy, frente a la carestía de vida, el desempleo y los bajos salarios, la única perspectiva realista es proponer la lucha por aumento
salarial de acuerdo a la inflación (basado en escala móvil de salarios para impedir la pérdida del poder adquisitivo), así como el reparto de las horas de trabajo entre empleados y desempleados a costa de las grandes ganancias de los capitalistas. De igual forma, ante las «reformas estructurales» como la nueva ley del ISSSTE, no se puede oponer solamente medidas «mínimas»: si queremos garantizar los recursos para pensiones dignas, hay que expropiar a los mpresarios beneficiados por el Fobaproa, así como a los grandes grupos médicos privados que lucran con la salud del pueblo, dejar de pagar la deuda externa e imponer impuestos a las grandes fortunas de los Slim, los Azcárraga, etcétera. Junto a esto, debemos impulsar medidas que apunten a romper con la dominación imperialista, como el no pago de la deuda externa, el desconocimiento del TLC y la expropiación sin indemnización de las transnacionales. Sin esa orientación, el programa mínimo resulta impotente para resolver las demandas obreras. Esto
deberían considerarlo las organizaciones que se consideran anticapitalistas y apoyan el «programa mínimo» entendiéndolo «un paso adelante» (como el PRT o el FPR). Y es que el mismo está lejos del anticapitalismo, ya que se basa en la ilusoria idea de que es posible reformar al capitalismo, y que suavizando los aspectos más salvajes del «neoliberalismo» se puede mejorar la condición de las grandes mayorías. En cambio, «un nuevo modelo económico» al servicio de las mayorías trabajadoras, solo puede partir de una lucha irreconciliable contra el sistema de dominación de los capitalistas y las trasnacionales.
POR UNA LUCHA FRONTAL CONTRA EL RÉGIMEN POLÍTICO
Como decimos arriba, el programa mínimo no negociable lucha por una «nueva constitución».
Aunque algunas de las leyes de la Constitución de 1917 expresaron conquistas arrancadas por el
movimiento de masas, la Carta Magna fue, fundamentalmente, la vía para institucionalizar al movimiento revolucionario y contenerlo – después de la derrota de las direcciones campesinas de Villa y Zapata- en los marcos del nuevo régimen. La legislación consagrada en 1917 fue un mecanismo fundamental para que la nueva «familia revolucionaria» constitucionalista expropiase la revolución y armara un sólido régimen sustentado en la propiedad capitalista y en un férreo control corporativo sobre las organizaciones obreras y campesinas. Y, en las últimas décadas, la burguesía atacó las conquistas que antes se vio obligada a conceder. Por eso, luchar por una nueva constitución que mantenga el «espíritu de 1917», sólo significaría preservar el régimen
burgués y llevaría a los trabajadores confiar en las instituciones del capitalismo.
No es posible conquistar «un nuevo régimen» y «una nueva institucionalidad democrática» (que
representen los intereses de los trabajadores y el pueblo), sin luchar por el derrocamiento del poder establecido y un gobierno de los explotados y oprimidos, basado en sus organismos de representación democrática y en instituciones (y leyes) que consagren la dominación de los explotados y oprimidos sobre los actuales explotadores y los opresores.
POR LA UNIDAD OBRERA Y CAMPESINA
Muchas organizaciones argumentan que el carácter mínimo del programa es una necesidad en
aras de la unidad. Sin embargo, creemos que, para una verdadera alianza obrera, campesina y popular se requiere un programa que sí resuelva las demandas más acuciantes, ya que, sólo así, se podrá atraer a las grandes mayorías bajo una perspectiva por la que se merezca luchar. Es una postura incorrecta la de aquellos que sostienen que es necesario limitarse al «programa mínimo» para no romper la unidad, y que por eso no hay que levantar
demandas que ataquen al conjunto de los capitalistas: ¿acaso los campesinos y los indígenas estarán en contra de la demanda de «la tierra para el que la trabaja»? ¿O los trabajadores se opondrán a que los capitalistas financien un aumento salarial de acuerdo a la canasta básica y a la inflación, y que se reparta las horas de trabajo, con igual salario, entre empleados y desempleados? La resistencia a incorporar reivindicaciones radicales en aras de la «unidad de todos los que se oponen al neoliberalismo», obedece más bien al interés de la mayoría de
los dirigentes del DN, por mantener acuerdos con el PRD y la CND de López Obrador y no ahuyentar a sectores de la burguesía nativa vinculadas a este partido. Frente a eso, es fundamental impulsar un verdadero programa de lucha, independiente y clasista.
FOROS:
«Las reformas a la ley del IMSS e ISSSTE y hacia el primero de mayo»
Jueves 26 de abril a las 16:00 hrs. en el auditorio Ho Chi Minh de la Facultad de Economía
«La reforma a la ley del ISSSTE y el paro nacional»
Miércoles 25 de abril a las 16:00 hrs. en las salas A y B de la Facultad de Filosofía y Letras
Ponentes: Guadalupe Carrasco y Mónica Ceja, trabajadora del IMSS
Invitan: Asamblea de trabajadores de la FFyL, Las Armas de la Crítica y LTS-CC HACIA EL
1° MAYO «La ley del ISSSTE y la precarización laboral»
Sabado 28 de abril a las 18:30 hrs. Local de Barricada.
Av. Díaz Ordaz, Mz. 12 Lte. 7. Col. Valle de Anáhuac. Secc. A. 2 calles de metro Tecnolóogico
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