IV Conferencia de la FT-CI
Debate estratégico en la izquierda
01 Apr 2007
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El hilo conductor de la IV Conferencia fue abordar la actividad teórica y política de los integrantes de la FT-CI desde el punto de vista de la estrategia obrera revolucionaria y los nuevos desafíos que presenta la situación del capitalismo en general, y de la clase obrera en particular, a comienzos del siglo XXI. Desde este ángulo, abordamos la principal discusión que se está desarrollando en las organizaciones que se reclaman marxistas revolucionarias a nivel internacional: “el retorno de la cuestión político-estratégica”, como la llama Daniel Bensaïd, principal teórico de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) de Francia y del Secretariado Unificado de la Cuarta Internacional (SU). En los últimos números de las revistas teórico-políticas de la LCR (Critique Communiste) y del SWP [1] británico y su corriente internacional (International Socialism), se vienen publicando varios artículos de sus principales dirigentes (D. Bensaïd, A. Callinicos, F. Sabado, F. Sitel, A. Artous, etc.) donde se formulan diferentes hipótesis estratégicas “anticapitalistas”, y en función de esto se abordan los programas y los proyectos políticos actuales, que están llevando a una dura lucha fraccional en la LCR [2].
En la IV Conferencia de la FT-CI discutimos los artículos en cuestión, retomando un polémica que venimos desarrollando desde hace varios años desde la revista Estrategia Internacional [3], que implican una amplia gama de cuestiones de historia de las revoluciones y la lucha de clases (consideran perimida la estrategia insurreccionalista de la Revolución Rusa y la III Internacional de Lenin y Trotsky, poniéndola al mismo nivel que la estrategia de “guerra popular prolongada” surgida de las experiencias de China y Cuba; toman la táctica de “gobierno obrero” de la III Internacional para justificar la participación en gobiernos burgueses de centroizquierda), de filosofía política (la cuestión de la “ciudadanía” y la “voluntad general”), de la teoría del Estado (relación entre organización soviética y sufragio universal), de programa y de construcción de partidos. Todos estos temas serán abordados en artículos de las próximas ediciones de Estrategia Internacional. Aquí solamente queremos señalar que el punto de vista que desarrollamos parte de cuestionar la afirmación común tanto de la LCR como del SWP de que el “antineoliberalismo consecuente es anticapitalismo” sin señalar que los programas que se definen como “antineoliberales” responden a intereses de sectores burgueses o pequeñoburgueses “marginados” por los grandes monopolios, y son contrapuestos a los intereses de la clase trabajadora. Esta posición responde al hecho de que estas organizaciones incluyen en sus programas demandas de estos sectores en aras de buscar confluir con ellos en “partidos amplios antineoliberales” (como el PSOL [4] de Brasil), en frentes políticos permanentes (como RESPECT en Gran Bretaña, impulsado por el SWP) o apoyando a Chávez en Venezuela. La teorizaciones sobre la “lucha por la democracia hasta el final” o considerar el “sufragio universal” como un principio democrático superior a las consideraciones de clase, son funcionales a dejar de lado nada más ni nada menos que la lucha revolucionaria por el poder para los trabajadores, que implica destruir el Estado burgués. Cuando la LCR sacó de su programa la consigna de la “dictadura del proletariado” hace algunos años no se trató de una “cuestión de forma”, de cómo presentar mejor una estrategia revolucionaria, sino del abandono de la lucha por la revolución obrera que caracteriza al marxismo desde su origen. En este camino, dirigentes como Bensaïd plantean la necesidad de construir un régimen político donde se exprese la “voluntad general” a través de instituciones parlamentarias basadas en el sufragio universal, combinadas con instituciones obreras como fueron los Soviets o Consejos obreros, sin plantearse la diferenciación elemental que señalaba Lenin entre los órganos de la dictadura burguesa y los de la revolución y el gobierno obrero. Contra esta visión que disuelve los intereses del proletariado en el conjunto de la “ciudadanía”, no oponemos una estrategia “obrerista”, corporativa, sino que afirmamos que es necesario construir partidos obreros revolucionarios que luchen para que la clase obrera sea capaz de levantar un programa que le permita unir sus filas y ubicarse como clase hegemónica, que sea capaz de acaudillar a los demás sectores oprimidos y explotados de la sociedad en lucha por el derrocamiento del Estado burgués. Para ello es sustancial que los trabajadores levanten un programa que incluya las reivindicaciones de los demás sectores oprimidos, comenzando por las demandas democráticas de las amplias masas.
Estamos asistiendo a una nueva “oleada liquidacionista” (de destrucción de partidos) en el movimiento trotskista. Si la primera llevó a la disolución de importantes secciones en los Partidos Comunistas en la segunda posguerra (lo que se conoció como el “entrismo sui generis” del “pablismo”), y la segunda fue producto de las claudicaciones y adaptaciones que en los ’80 llevaron a la desaparición a importantes partidos del SU como los PRT mexicano y español, y su sección alemana, ahora asistimos a una nueva oleada liquidacionista producto de la presión sobre las organizaciones que se reivindican trotskistas de los restos del reformismo europeo o de pseudos nacionalistas como Chávez o Evo Morales. El sector ampliamente mayoritario del SU en Brasil se integró al gobierno de Lula, mientras una minoría formó el PSOL (ver recuadro).
En la IV Conferencia de la FT-CI reafirmamos la imperiosa necesidad de luchar por la reconstrucción de la IV Internacional, tanto ideológica como políticamente. Como parte de esta batalla, resolvimos hacer propuestas a las corrientes del movimiento trotskista como la LIT [5], la CRCI-PO [6] o el POR de Bolivia que, por ejemplo, han criticado total o parcialmente la subordinación al chavismo. Más allá de las importantes diferencias políticas que tenemos, haremos todos los esfuerzos para presentar un polo lo más fuerte posible que levante un programa de lucha antiimperialista consecuente y por la independencia política de los trabajadores, en la perspectiva de un gobierno obrero, alternativo al pseudo nacionalismo burgués.
Los grandes problemas teóricos y políticos de la actual situación que están en cuestión en el actual debate, deben ser abordados con el método de Lenin y Trotsky, que buscaron responder a los nuevos problemas desde una estrategia revolucionaria obrera y socialista, sugiriendo, por ejemplo, distintas vías tácticas para la construcción de partidos obreros revolucionarios. Trotsky les propuso a los trotskistas en Francia, EE.UU. o España, durante los ‘30, ingresar a las filas de los partidos socialistas (a los que ingresaban miles de obreros que giraban a izquierda) o impulsar un Partido de Trabajadores (en EE.UU., a fines de los ‘30), peleando en su seno por un programa revolucionario y contra el reformismo y el oportunismo. Esto muestra que los revolucionarios no estamos en contra por principios de participar, como táctica en la construcción de partidos revolucionarios, de partidos “amplios” cuyo programa y dirección no sean revolucionarios (como puede ser por ejemplo un Partido de Trabajadores), en tanto el programa de los mismos tenga un carácter de clase (proletario) y expresen en su composición una tendencia real a izquierda de sectores del movimiento obrero, dentro de los cuales peleamos abiertamente por un programa revolucionario y por formar un ala conscientemente revolucionaria. Por esto, desde la FT-CI impulsamos la construcción de un Partido Obrero Independiente en Venezuela, o de un Instrumento Político de los Trabajadores en Bolivia, donde los sindicatos combativos se comprometan a impulsar una organización política que como mínimo sea netamente clasista.
[1] Socialist Workers Party - Partido Socialista de los Trabajadores.
[2] Un importante sector de la dirección y de la militancia, propone retirar la candidatura propia de la LCR (Besancenot) para apoyar a un candidato “unitario” como el líder campesino “globalifóbico” José Bové, quien se ha negado, al igual que el Partido Comunista Francés, a rechazar un eventual acuerdo de gobierno con la “socialiberal” Segolene Royal, candidata del Partido Socialista (PS).
[3] Dossier “El marxismo revolucionario como alternativa para el siglo XXI”, con artículo de Claudia Cinnati, Christian Castillo y Emilio Albamonte: “Desafiando la miseria de lo posible“, discutiendo desde Trotsky con las ideas dominantes de nuestra época, y “Trotsky y la democracia soviética: Más allá de la democracia liberal y el totalitarismo”, en EI N° 21, septiembre de 2004.
[4] Partido Socialismo y Libertad.
[5] Liga Internacional de los Trabajadores.
[6] Coordinadora por la Refundación de la Cuarta Internacional-Partido Obrero.
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