Nuevas luchas de los trabajadores
Reorganicemos las fuerzas de la clase obrera
15 Jun 2006
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Por: Mario Caballero
Las nuevas luchas que resisten los planes del gobierno -a partir de la resistencia de más de dos meses de los minero-metalúrgicos de Lázaro Cárdenas-, como las huelgas en Zacatecas, Taxco y Sonora, muestran las posibilidades de organizar el descontento obrero y popular y que sí se puede enfrentar al gobierno. Es una clase obrera que empieza a ponerse a tono con sus hermanos de América Latina. Estas movilizaciones –encabezadas hoy por el magisterio movilizado en varios estados y, con más fuerza y radicalidad, en Oaxaca-, son con plantones, paros, ocupaciones de edificios del gobierno, enfrentamientos con las fuerzas represoras y bloqueos de carreteras. La ofensiva anti-obrera provocó también que los sindicatos que se consideran opositores al Congreso del Trabajo salieran masivamente el 1° de mayo a protestar contra el gobierno de Fox y las autoridades del Trabajo, donde se mostró incipientemente la potencialidad de la clase obrera. Estamos entrando en una nueva situación en el movimiento obrero donde, la disposición a enfrentar la política anti-obrera del gobierno y los patrones, puede ser un salto en el nivel de conciencia y en la reorganización de la clase trabajadora.
DESPUÉS DEL PRIMERO DE MAYO, ¿QUÉ HACER?
Después del 1° de mayo y los discursos llamando a la unidad, tenemos que tomar medidas que ayuden a fortalecer la confianza de los trabajadores de que podemos frenar este ataque. Por lo que no basta con amenazar al gobierno con paros. ¡Hay que trabajar seriamente para preparar una huelga nacional que frene las medidas de miseria y esclavización, la intromisión del gobierno en los sindicatos y la represión a los trabajadores! Pero las grandes posibilidades de que se fortalezcan las tendencias progresivas en el movimiento obrero, chocan con la política de las direcciones sindicales, que son un obstáculo para extender la lucha obrera y popular con independencia de clase.
Si las direcciones sindicales (como la UNT) no toman medidas verdaderamente efectivas contra el capital, llamando al frente único obrero y popular, y se limitan a convocar a acciones inofensivas y aisladas, el gobierno se envalentonará y lanzará una mayor ofensiva contra la clase obrera y sus organizaciones al comprobar que las mismas no están a la altura de las circunstancias, repitiendo la ofensiva mostrada en Sicartsa o en Oaxaca. Pero si las dirección de la UNT y el SME no llaman a una movilización amplia y con independencia de clase, es porque privilegian el «voto útil» a partidos patronales como el PRD, llamando a confiar en que el sol azteca es amigo de la clase obrera. Esto lleva a subordinar a los sindicatos a direcciones patronales, y los maniata como organismos de clase. La declaración de ALMO en «Proceso» 1545 (11/6/6), no deja duda al respecto: «Por supuesto que la globalización es un hecho, y que hay que actuar dentro de sus parámetros». Es decir, López Obrador defiende y defenderá los intereses del capital. Fue bajo esos parámetros el hoy perredista Vega Galina entregó el régimen de jubilaciones y pensiones del IMSS. Por eso, los trabajadores deben romper con la política de ir detrás del PRD o el PRI.
Como parte de la política de alianzas con sectores «progresistas» de la burguesía, las direcciones sindicales impulsan un programa «mínimo» (de reformas al capital) que no ataca las bases del sistema de explotación que provoca el desempleo y la precarización laboral, y que se niega a unificar las filas obreras (empleados y desempleados, sindicalizados y no sindicalizados). La lucha contra los planes del régimen debe ser independiente y ajena a toda política que apunte a fortalecer a cualquier partido del Congreso de la Unión, y que lleve las luchas a confiar en los mecanismos institucionales de esta «democracia de los ricos». Sólo así podremos desarrollar las tendencias más progresivas que los trabajadores muestran hoy. Por lo que los llamados a la unidad formulados por las direcciones del SME, el FSM y la UNT, deben apuntar a movilizarnos bajo un programa que enfrente radicalmente el desempleo, los bajos salarios, la precarización del trabajo y la represión. Que exija la renacionalización de las empresas privatizadas y la expropiación bajo control obrero de las minas y empresas que cierren o despidan (como Nacozari). Que luche por la más amplia unidad de empleados y desempleados, bajo un programa para que la crisis la paguen los patrones. Esta debe ser la base de una unidad mayor contra las reformas a la ley laboral, educativa y del IMSS; contra la privatización de la electricidad, el petróleo, el gas, etc. Una tarea fundamental es rodear de apoyo a las luchas como «Sicartsa» y «La Caridad», ya que un triunfo de estos movimientos alentaría una salida mayor del movimiento obrero con métodos más radicales. Del mismo modo, una derrota de las luchas desmoralizaría a los miles de trabajadores que apuestan a la victoria de los mineros-metalúrgicos.
Todos los frentes sindicales y movimientos opositores al gobierno (como el EZLN y la «otra campaña»), no deben dejar solos a los compañeros huelguistas, bajo el argumento de que no acuerdan con la dirección del burócrata Napoleón Gómez Urrutia. ¡Movilización nacional en apoyo a los trabajadores de Sicartsa y Nacozari! ¡Ninguna lucha aislada más! Ninguna dirección que se reclame obrera, debe ser sectaria con estas luchas. ¡Los presos y los reprimidos son de todos! Tenemos que frenar esta ofensiva del régimen, uniendo la fuerza de la clase obrera que es la que hace andar la producción y los servicios, y tiene la capacidad social de reorganizar la producción en función de satisfacer las necesidades materiales del conjunto de las masas trabajadoras, y formando una gran alianza de todos los explotados y oprimidos de la ciudad y del campo, sin ninguna confianza en los partidos patronales.
CONSTRUYAMOS UNA CORRIENTE CLASISTA
La vanguardia trabajadora debe luchar en los sindicatos porque los mismos impulsen un plan de lucha contra la explotación y la miseria. Es decir, convertir a los sindicatos en organismos de frente único de combate.
Lamentablemente, muchos de los sindicatos que llaman a movilizarse (como el minero, el del IMSS, de Telmex y la CROC) son dirigidos por quienes permitieron la pérdida de conquistas de millones de trabajadores. Por eso, los trabajadores no podemos confiar en la «combatividad» de dirigentes como Napoleón Gómez Urrutia, que acepta la contratación de trabajadores no sindicalizados (sin prestaciones), como los mineros atrapados en los derrumbes de «Pasta de Conchos», en Coahuila. O Hernández Juárez que negocia salarios que hacen más rico a Carlos Slim. En ese sentido, la participación de dirigentes del SME como candidatos por un partido burgués como el PRD, no solo es contrario a la lucha por la independencia política de las organizaciones obreras, sino que tiende a subordinar a la base electricista a una dirección política enemiga de la expropiación de los medios de producción y la independencia de los sindicatos del Estado.
Las luchas obreras que anuncian el despertar del proletariado, requieren una política de independencia de clase, que los trabajadores se sacudan a sus direcciones charras, luchando por romper la histórica subordinación de los sindicatos al régimen. Junto a esto, luchar por nuevos organismos con democracia obrera, que permitan la más libre discusión para fortalecer la organización de los explotados.
A ello puede ayudar la construcción de una corriente clasista y antiburocrática, que impulse las medidas que hagan de los sindicatos una herramienta de lucha contra los planes de la patronal y el régimen. Que luche por los trabajadores precarizados y por incorporar a los trabajadores desempleados a sus luchas. Una corriente que pelee por la democracia sindical y por romper la sujeción de los sindicatos al estado. Con una corriente así, podemos fortalecer la lucha por recuperar los sindicatos del charrismo.
Llamamos al POS, a la LUS, y a los trabajadores clasistas y combativos, a poner en pie esta corriente antipatronal y antiburocrática.
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