Sociedad Fénix, pactada entre cooperativa LF del Centro (del SME) y empresa Mota-Engil a debate
17 Sep 2015
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El SME lleva ya 6 años de resistencia, exigiendo reinstalación laboral ante la extinción de la empresa estatal Luz y Fuerza del Centro en Octubre de 2009, mediante decreto presidencial y ocupación policiaca y militar de sus instalaciones.
Este 8 de agosto, varios medios de comunicación dieron a conocer que el SME renunció a un pasivo laboral de 80 mil millones de pesos correspondientes al fondo de liquidación no cobrado por los cerca de 16 mil trabajadores que continúan en resistencia, a cambio de que se le otorgue durante 30 años el derecho a operar activos de la empresa que incluyen 14 plantas hidroeléctricas y 4 plantas de ciclo combinado en el Edomex, DF, Puebla, Hidalgo y Tlaxcala.
Sociedad entre trabajadores y empresarios, ¿Quién se favorece?
Ya el 12 de Junio de este año el Secretario General del SME, Martín Esparza, informó en asamblea ante integrantes del sindicato, la creación de una empresa cooperativa de producción y prestación de servicios para conseguir la inserción laboral de los trabajadores de Luz y Fuerza del Centro y planteó que “los 16 mil 599 trabajadores que seguimos en la resistencia, todos los que estén en la cooperativa más los que estén en la empresa de generación, vamos a seguir siendo del SME”. La cooperativa lleva el nombre “LF del Centro”.
La novedad es que se confirma que esta cooperativa impulsada por el SME compartirá los derechos de explotación de los activos que le han sido otorgados con Mota-Engil, una empresa transnacional portuguesa que cuenta con inversiones en 22 países y según declaraciones de la dirigencia del sindicato, “la concreción y cumplimiento de este acuerdo se convierte en el objetivo central” de su lucha.
Es importante resaltar que la empresa no pagó un solo peso por el parque de generación eléctrica y tendrá el 51% de la sociedad, que llevará el nombre de Sociedad Fénix. Al tener un mayor porcentaje de participación en la sociedad, será la empresa portuguesa la que cuente con más peso en la toma de decisiones dentro de la sociedad y podrá definir el rumbo de la misma.
El SME participó en proyectos de la empresa en Panamá y Perú en 2013 y es ahí donde la firma recibe de parte del SME la propuesta de establecer esta sociedad, según el presidente ejecutivo para América Latina de Mota-Engil, Joao Parreira. Con el riesgo de que los electricistas del SME trabajen para intereses que no son los suyos sino de la empresa.
Esto debido a que la empresa sería socio capitalista, pues aporta el dinero necesario para la operación de la sociedad y el SME tendría el doble carácter de socio capitalista y socio industrial (o de trabajo), pues aportaría además de los activos que le han sido otorgados, el trabajo necesario para su operación. Lo que significa que como socios, los trabajadores del SME asumirían la distribución de las eventuales pérdidas, misma que se haría proporcionalmente a sus aportaciones.
Además, esto implicará que al no ser considerados trabajadores de la Sociedad Generadora, sino socios, los trabajadores del SME no tendrán derechos laborales ante la empresa, por ejemplo, seguridad social, aguinaldo y otras prestaciones a cargo de la misma.
Por el contrario, con esta figura los empresarios podrán evadir el pago de prestaciones y el respeto a derechos de los trabajadores en contra de sus condiciones laborales y de vida.
Los trabajadores del SME no recuperarían pues, las condiciones de trabajo establecidos en su Contrato Colectivo de Trabajo (CCT) con la extinta Luz y Fuerza del Centro (LyFC), en el que se expresan las conquistas logradas durante cerca de un siglo de lucha. Estando sujetos además, como producto de la competencia en el mercado capitalista a criterios de productividad que podrían implicar condiciones y ritmos de trabajo que lleven a su súper explotación y a ser usados por la empresa transnacional como carne de cañón en su pelea con otros capitalistas por hacerse con las mejores ganancias en el mercado energético.
Por si fuera poco, esta competencia por las ganancias dentro del marco de un mercado capitalista podría llevar a que con criterios productivistas y aduciendo la necesidad de recortar costos laborales la empresa recurra a medidas como la subcontratación, el out sourcing y todas aquellas que se legalizaron con la reforma laboral, generando trabajo precario (cosa muy común en empresas privadas) y la distinción o estratificación entre los trabajadores socios y quienes no lo son. Situación que promovería la división de los trabajadores, contraviniendo los objetivos iniciales de la lucha de los trabajadores del SME, la lucha contra el desempleo, la aniquilación de su CCT y la violación a los elementales derechos laborales conquistados por los trabajadores en México.
Medidas como la creación de una cooperativa de ahorro y un fondo social para la vejez no son incorrectas, pero pueden ser insuficientes para garantizar el conjunto de las conquistas logradas por el SME.
Que la empresa, como no podía ser de otra forma, persigue solo sus intereses y su sed de ganancias queda demostrado con las medidas que con criterio netamente empresarial comienza a tomar. Por ejemplo, de acuerdo con las declaraciones de Martín Esparza, líder sindical del SME, este acuerdo contempla la operación de un paquete de mil 700 megawatts; aunque ya la empresa Mota-Engil prevé la inversión durante los próximos 3 años de 5 mil millones de pesos para aumentar la capacidad del parque de 250 a 400 megawatts, siendo de 2000 megawatts la capacidad ique tendrá el parque.
Bajo esta misma lógica de competencia capitalista, Mota-Engil ya piensa en participar en la primera subasta eléctrica convocada por la Secretaría de Energía en octubre de este año e iniciará trabajos antes del 1 de enero de 2016, cuando inicia el Mercado Eléctrico Mayorista, para competir con otras empresas privadas del sector energético. Es decir, comienza a prepararse para beneficiarse de la entreguista reforma energética aprobada por el Pacto Por México en 2013 y a buscar llevarse la mejor tajada del pastel de la desmembrada industria eléctrica nacional.
La recién nacida Sociedad Fénix, entre la cooperativa LF del Centro impulsada por el SME y Mota-Engil conlleva en síntesis, el grave riesgo de convertirse en la subordinación de los trabajadores a los objetivos de los capitalistas portugueses, así como de que los primeros carguen con las eventuales pérdidas de los segundos, en su competencia con otros capitalistas del sector energético.
Por una salida independiente a las demandas del SME
Es legítima la exigencia de reinstalación laboral por la que vienen luchando los trabajadores del SME, así como la pelea inicialmente planteada contra la extinción de Luz y Fuerza del Centro.
Ante el peligro de que los intereses y demandas de los trabajadores electricistas queden subordinadas y sean usadas por un grupo de capitalistas, la cooperativa LF del Centro, impulsada por el SME debe apuntar a asumir la operación de los activos que conquistó, sin participación de la empresa privada Mota- Engil, peleando por que los recursos para echarlos a andar provengan no de una empresa privada, sino del propio Estado que los despojó de su fuente laboral y por ser ellos, los propios trabajadores quienes desde su cooperativa LF del Centro de forma independiente a cualquier empresario se encarguen de definir el rumbo de la misma, garantizando las condiciones laborales de su CCT con LyFC. Pues Mota-Engil como el resto de las empresas privadas que se beneficiarán de la reforma energética buscará solo enriquecerse con la explotación de una industria que debe pertenecer a los trabajadores y el pueblo pobre de México.
Al mismo tiempo que se plantea la necesidad de que la cooperativa de los trabajadores se mantenga ajena a cualquier sociedad con la empresa, desde el MTS sostenemos ante la privatización de cualquier área de la industria o la entrega de recursos al capital privado, así como ante el cierre de empresas y despidos masivos de trabajadores (como sucedió con LyFC), la necesidad de luchar por la re estatización bajo control de los trabajadores.
En este sentido y para potenciar esta lucha trazándole un camino superior, habría que ligarla a la batalla contra la privatización de la industria energética, exigiendo la derogación de la reforma energética y la re estatización de las áreas privatizadas de las mismas, incluyendo los activos de Luz y Fuerza del Centro bajo control obrero, para que estas industrias y las riquezas que generan sean puestas al servicio de las necesidades de los trabajadores y el pueblo pobre, a contramano de los recortes presupuestales a áreas como la educación y la salud que acompañan medidas entreguistas como la reforma energética.
Los trabajadores deben impedir que la transnacional sea la beneficiaria de la reforma energética y de los activos que consiguieron, a costa de su sindicato, su CCT y las condiciones de trabajo conquistadas.
En esta vía, los trabajadores del SME tienen la oportunidad de abanderar y empujar la lucha contra el despojo a las comunidades para imponer megaproyectos de grandes empresas energéticas, contra la expoliación de las riquezas naturales, la amenaza el empleo y derechos laborales de miles de trabajadores de Pemex y de CFE, así como a sus CCT y la precarización laboral que sufren miles en las empresas contratistas del sector.
Para la solución a las demandas del SME hay que confiar pues, en la lucha independiente que sostenga el sindicato, junto a los sectores populares y de trabajadores que se ven golpeados también por los ataques de los patrones y los políticos a su servicio.
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